•Promesa•

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Últimamente estaba aislado de sus compañeros, incluso de su hija, obviamente ellos sabían que algo no estaba bien, Alfred era el más preocupado de la situación, ¿acaso había sido demasiado pronto el confesarle sus sentimientos?, no, no podía hacer eso de lo contrario, Alejandro lo hubiera rechazado, entonces qué era lo que pasaba.

Por más que trataban de hacerlo hablar, el mexicano siempre buscaba una excusa, si no era el trabajo era alguien de sus amigos que necesitaban su ayuda. A todo le ponía excusa para no decir nada. Y el estadounidense ya estaba arto de eso, por lo que buscó la manera de acorralar al mexicano y que le dijiera la verdad de una vez por todas.

Encerrandolo en lo que por el momento seguía siendo la habitación de Sofía.

—¿Eh?, Gringo, ¿qué haces?— Preguntó en tono nervioso el moreno

—No, más bien dejame preguntar a mi. ¿Qué es lo que escondes?— Encaró el rubio

—Wey, neta no estoy para tus juegos— Respondió el contrario, retrocediendo por cada paso que su mayor daba

—No es ningún juego, darling, ahora somos pareja, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea— Aclaro Alfred mientras acariciaba levemente la mejilla de su novio

—Lo sé— Susurro en voz baja el menor

—Entonces, ¿Podrias decirme que te pasa?— Interrogó el rubio sin sonar grosero

El silencio por parte del mexicano lo estaba poniendo nervioso, qué era tan grave para que él actuara tan callado y aislado. Luego de unos breves minutos, la voz de Alejandro sonó en la habitación.

—Tengo miedo— Dijo mirando a los ojos zafiros del rubio

—¿A qué?— Cuestiono el mayor

—Mis padres creen que soy heterosexual— Añadio. —Mi familia es homofóbica, Alfred, y tengo miedo que quieran hacerte daño por ser mi pareja— Finalizó

—Darling...— Susurro el estadounidense con delicadeza tomando las manos de su novio para luego plantar un beso en ellas. —No tienes nada de que temer, estoy seguro que ellos entenderán

—No lo entiendes, ¿verdad?— Interrumpió Alejandro soltandose del agarre. —Ellos van a rechazarme, seré la escoria de la familia, seré un cero a la izquierda si se enteran de lo nuestro— Respondió con impotencia

—Entonces, ¿por qué aceptaste ser mi novio?— Encaró Alfred decepcionado

—Por que quiero comprobar mis sentimientos, quiero saber si no estoy confundido— Confeso el mexicano mirando a su mayor

So, you don't love me?— Sentenció bajando la mirada

—No, Alfred no lo mal entiendas, si te quiero, pero no estoy seguro si es de misma manera en la que tú lo haces— Aclaró

—No, no debes dar explicaciones. Todo está claro, solo aceptaste por qué te di lastima— Añadio el norteamericano mayor mirando con recelo a su menor

—¡Escuchame!, ¡Eso no fue lo que dije!— Grito el castaño. —Si acepte fue para tener una nueva oportunidad en el amor, además de querer corresponder tus sentimientos, es solo que...— Pauso un momento para seguir hablando. —Todo ese asunto me tiene abrumado por la respuesta de mi familia— Finalizó sentándose en la cama

Ninguno dijo nada durante aquellos minutos, dejando el ambiente algo tenso e incómodo. Y luego de un tiempo el estadounidense imitó la acción del mexicano, sentándose a un lado de él para luego tomar una de sus manos.

—Perdón por decirte eso Honey, solo quiero que sepas que cualquier decisión que tomes, yo estaré para apoyarte— Sentenció el mayor dedicándole una sonrisa

—Gracias, Alfred— Sonrió levemente el menor

—Vamos, debemos ir por Sofía, recuerda que le prometimos ir por ella a la escuela— Comentó el rubio

Alejandro asintió, ambos se levantaron de la cama, para después salir del departamento poniéndole el seguro a esta, subiendose al automóvil del rubio, conduciendo hacia la escuela de su hija.

Al llegar ahí, esperaron a ver a que su hija saliera por la salida oficial de la escuela, y una vez que los tres lograron verse, la niña corrio hacia ellos con alegría.

—Sabía que iban a venir, hoy la maestra me puso una buena calificación en mi tarea de historia— Mencionó Sofía mientras era cargada por Alfred

—Felicidades hija, pero sabes que no sólo debes ponerle atención a esa materia, solo por que vistes un anime— Reprendió el mexicano hacia la niña

—Lo sé, Papi. Pero es que me encanta el como explican algunas versiones de la historia de algunos países, es tan cómico algunas veces— Sonrió la menor recordando algunas escenas del anime. —Aún así me gustaría tener el manga— Mencionó decaída

—Podría ayudarte a comprarlo, si te portas bien— Añadio el rubio

—Alfred, no sobornes a la niña, luego por eso quiere hacer lo que quiere— Regaño Alejandro

—No lo escuches, papá. Lo que dice es mentira, yo soy una niña de bien— Sentenció la menor con inocencia

—Si, evidentemente es tú hija— Comentó el mexicano

Sofía y Alfred sonrieron por ello, parecía ser que estaba en los genes el molestar al moreno por parte de ellos dos. Siguieron al mexicano hasta donde estaba el auto, más en eso la niña reconocio a quien era uno de sus maestros de la escuela, así que les dio un pequeño aviso a sus padres para ir a saludarlo, le caía bien ese maestro. Pero a Alejandro no le agrado tanto el verlo.

—Ale, ¿Qué sucede?— Preguntó con preocupación el estadounidense

—Alfred, él es Diego, uno de mis hermanos— Respondió sin dejar de mirar al segundo mencionado

El rubio no dijo nada, mirando únicamente en dirección a ese hombre. Sintiéndose molesto por aquel comportamiento homófobo que su novio le había contado. Sin decir nada se acercó hasta donde estaba su hija y el platicando, ignorarando las advertencias del mexicano.

—Oh, papá mira él es Diego, mi maestro de matemáticas, profesor, él es mi papá Alfred— Presentó la niña mirando a ambos hombres

—Es un gusto conocerlo señor Jones, déjeme decirle que su hija es una buena alumna— Comentó el de cabellera oscura

—Gracias, no hace falta decirlo para que yo sepa eso— Contestó el rubio algo molesto en su voz

—Si me disculpan, debo retirarme, no olvides tu tarea para mañana Sofia— Recordó el peli-negro hacia la niña

—No lo hare, hasta luego profesor— Se despidió la menor sonriendo

—Hasta luego, señor Jones— Finalizó Diego hacia el rubio, mirando antes de retomar su camino en dirección a quien pensó que era su hermano, ganándose otra mirada molesta del estadounidense para luego irse sin decir nada más

—Papá, ¿Esta todo bien?— Preguntó Sofía por aquella actitud

—Si, regresemos a casa— Contestó el mayor tomando la mano de la menor, yendo nuevamente hacia el automóvil, en donde el mexicano los estaba esperando oculto

—Papi, ¿Estas bien?

—¿Eh?, si hija, solo estaba revisando algunas cosas jeje— Respondió Alejandro en tono nervioso

—Pero si no tienes nada en las manos— Aclaro Sofía con duda

—Solo sube al auto— Mencionó el moreno en tono irritado

La niña obedeció, subiéndose al auto por la parte de atrás, colocándose luego el cinturón de Seguridad, Alejandro iba a imitar la acción luego luego, hasta verse interrumpido por su novio.

—No dejaré que ellos traten de lastimarte, te lo prometo— Prometió el rubio tomando la mano de su pareja

El mexicano asintió dándole una leve sonrisa de agradecimiento, tras esto él subió al auto por la parte del copiloto. El estadounidense soltó un suspiro mirando por última vez en dirección a donde el hermano de su pareja se había ido, para finalmente subir al auto y regresar a casa.

¿Nuestra Hija? | UsaMexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora