•Our daughter•

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Alexander se lo había aclarado mediante una llamada, su hija la cual había cuidado con Alejandro durante dos meses, había muerto. Y ya no habia nada que hacer para remediarlo, Alexander lo explicó detalladamente, era su destino por la felicidad de sus padres.

Por lo que luego de que Alejandro estuviera a unos días de salir del Hospital, finalmente podría tener noticias de su hija.

—Ale, Honey, debes ser fuerte— Habló la voz quebrada del americano

—Alfred me estas asustando, ¿Qué pasá?, ¿Por qué Sofía no ha venido a verme?, sabes que no le creo ese cuento de que la escuela la tiene muy ocupada— Exigió saber el mexicano

—Por que eso no es verdad— Respondio el rubio entre sollozos

—Entonces...— Comentó el castaño con preocupación, pero al ver el rostro de su pareja, supo que era lo que trataba de decirle. —No, no juegues de esa manera, Alfred. No hagas eso

—No es ninguna broma, Darling, nuestra Sofía, la niña que llegó de repente a nuestras vidas... Esta muerta— Aclaró con dolor mirando al menor

El mexicano estaba en shock, negando constantemente aquel hecho, pero luego de que Alexander le explicará todo lo que había pasado finalmente pudo comprobarlo.

Y a pesar de haber sido solo dos meses conviviendo con esa niña, le había tomado mucho cariño, queriendo como una hija de verdad, sobre todo al tener el gran parentesco con su pareja y él.

Había recibido muchas sorpresas aquel día, pues había vuelto a ver a su hermana y a su madre, quienes también compartían su dolor por la pérdida de Sofía, Itzel al considerarla alguien valiente y fuerte para su edad, mientras que María por aquel sentimiento que tuvo cuando su hijo se había ido de la casa.

Al final, Sofía tuvo un pequeño funeral, estando únicamente las personas que eran muy cercanos a sus padres y a ella.

Adeline sostenía una rosa blanca mientras sollozaba siendo abrazada por su padre Francis, aquella rosa era blanca al ser una de las favoritas de su amiga.

La iba a extrañar, todos lo harían, pero finalmente ella había cumplido con su misión, una misión que había sido ordenada por una mujer que nunca conoció, pero sabía que era alguien de confianza al saber que debía mantener la felicidad de sus hijos sin importar que.

Pasando así unos dos años en los cuales, Alfred cumplio la promesa que le había hecho a Alejandro cuando este aún estaba en el hospital. Finalmente se habían casado, además de que los dos se mudaron por un tiempo a México, esto solo por que el mexicano deseaba regresar a sus raíces, pudiendo disfrutar de lo que no pudo en su adolescencia. Se quedarian un tiempo ahí para luego irse a los Estados Unidos.

Su nuevo hogar era una casa pequeña, la cual entre ambos la decoraron a su manera, teniendo una habitación especial en donde se hallaban varias fotos de todos los momentos felices que tuvieron con la que gente que amaban, incluyendo a esa niña que parecía ser una mezcla exacta de ellos dos.

Papá Alfred y Papá Alejandro, en esta carta quiero decirles lo mucho que les estoy agradecida por haber dejado que formara parte de su familia. Posiblemente cuando estén leyendo esto yo ya haya cumplido con la misión que me había sido asignada, pero no deben estar tristes, todo sucede por una razón, o al menos eso era lo que mi tío Matthew siempre me decia, por cierto a él también le estoy agradecida por quererme como si fuera su sobrina. En fin, no soy buena con las palabras, así que lo último que me queda en decirles es que ya no importa lo que pase ahora, mientras ustedes dos estén juntos y se amen nada ni nadie podrá tratar de separarlos. Y si eso llegará a pasar, yo misma me encargaré de renacer para volver a darles una paliza a esos hijos de su... Jeje, como sea, siempre los voy a llevar en mi corazón.

Los ama, Sofía Jones Sánchez, su hija.

Pd: Espero y Papá Alfred haya cumplido la promesa que te dijo, así que ojalá tengas un anillo en tu dedo en estos momentos ;)

Apenas y todavía le faltaba ir por la mitad de la carta, Alejandro se encontraba llorando, siendo la cuarta vez que la leia luego de que en el funeral, Adeline le entregará la Carta que Sofía había escrito, todo el mismo día en que sucedió la tragedia mientras llevaban a Adeline con sus abuelos.

—Honey, debemos desempacar el resto de nuestras cosas— Interrumpió Alfred, acercándose a su pareja ahora esposo

—Perdón es solo que...— El mexicano no supo otra cosa que decir, solo se aferró al papel en donde estaba escrito la carta

—Entiendo, pero estoy seguro que en donde sea que este, ella estara feliz por nosotros— Ánimo el rubio besando la mano libre de su pareja

—Te amo, lo sabes ¿Verdad?— Mencionó con ternura el mexicano

—Si, me lo dices cada vez que estamos en... ya sabes— Aclaro en un tono pícaro el estadounidense

—¡Alfred!— Se quejó Alejandro para luego soltar la mano de su amante

—Whatever, anda aún hay muchas cajas que quitar— Comentó saliendo de la habitación

Alejandro miro por última vez la Carta para luego guardarla en el cajón de su cuarto, para después ayudar a su pareja a desempacar.

Y justo cuando ya habían terminando y estaban tomando un merecido descanso, alguien toco a su puerta.

—¿Esperamos a alguien?— Preguntó el mexicano

—No, Francis y Matthew no vendrán hasta mañana— Contestó el estadounidense igual de confundido

La insistencia en que abrieran la puerta se hizo más grande, por lo que Alejandro se dirigió a abrirla siendo seguido por su esposo.

Encontrando nada más y nada menos que una canasta, en la cual se hayaba una pequeña bebé. En ello, Alejandro la tomó entre sus brazos quedando sorprendido por el inmenso parecido de quien había perdido.

—¿Quién la habrá dejado aquí?— Cuestiono el rubio mirando al alrededor

—Alfred— Sollozo el castaño, llamando la atención de su pareja. —Se parece a ella, mirala

El americano obedeció, mirando más de cerca a la bebé y efectivamente, la niña tenía el mismo parecido de Sofía. Pues tenía pequeños pelos castaños y unos ojos azules brillantes.

La bebé comenzo a mover sus manitas hacia ambos, provocandole ternura a la pareja.

—¿Acaso será posible?— Dudo Alfred mirando a Alejandro

—Tal vez— Respondio el moreno con decisión. —Ella está destinada a ser nuestra hija.

¿Nuestra Hija? | UsaMexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora