•Evidencias•

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Estaba furiosa, recientemente se había enterado que había más gente tratando de encontrarlos. Debía actuar rápido si no deseaba que alguno de ellos llamará a la policía, no iba a regresar ahí otra vez. Así que como advertencia, les iba a mandar de manera anónima una que otra imagen sobre el trato que estaban sufriendo sus rehenes. Solo así ellos entenderían que los únicos que debían estar en eso eran el canadiense y el mexicano.

Por ello, subió nuevamente al ático, con un palo de fierro en la mano, procurando no hacer ruido para alertar a los rehenes, deducia que estaban dormidos al no escuchar ningún ruido.

Y efectivamente, ellos lo estaban, durmiendo de manera incómoda gracias a que no podían moverse libremente por las cadenas. Aprovechando la situación, se acercó al mayor de los dos, golpeándole la espalda con el fierro logrando así despertarlo.

—¡Agh!— Chillo de dolor por el golpe, despertando a su hija en el proceso

—¡Papá!— Grito la menor. —¡Dejalo en paz, bruja!— Llamó a la mujer

—¡Callate!, no te preocupes ya llegará tu turno— Aclaró la mujer mirando a la niña para después volver a golpear al rubio. —De mientras, disfruta de la función— Sonrió sacando una sonrisa psicópata

—N-no, a ella no le hagas daño— Pidió el estadounidense con dificultad

—¿Crees que voy a obedecer a lo que dices?— Preguntó sarcástica. —Ha, eso se acabo, ahora yo soy la que manda aquí— Demando golpeando nuevamente al rubio

—¡Dejalo!— Chillo ahora Sofía mientras se movía bruscamente para poder liberarse de las cadenas

—¡No!, toda su familia deben pagar— Respondió con total enojo

—Why?— Cuestionó el americano sintiendo la sangre salir de su boca

—¿Porqué?, tú família me lo quito todo, así que yo también lo hare— Contestó. —Esto es solo el principio de su turtura, agradecerles a ellos una vez que estén aquí

Golpeo por última vez al rubio, para ahora dirigirse hacia la niña, está por obviedad comenzó a temblar de miedo, pero no tenía escapatoria, mucho menos tenía con que defenderse.

Y el primer golpe en su mejilla, la hizo comenzar a llorar. Tras esto más golpes se hicieron presentes, todos provocados únicamente con las manos de esa mujer.

—N-no— Trato de suplicar el estadounidense, pero los golpes que habia recibido lo debilitaron, así que solo le quedaba el ver lo que ocurría

—¡Listo!, ahora les mandaré estas fotos, espero y así puedan entender que solo ellos, deben venir hasta aquí— Mencionó la mujer luego de haberles tomado las fotos con su célular

—Y esa lección también va para ustedes— Finalizó para otra vez salir del ático, sin ningún sentimiento de culpa

Se dirigió a su habitación en donde se encontraba la impresiora y comenzó con el proceso de imprimir las fotos, y una vez listas, tomó un sobre para mandarlas a la casa de ellos, saliendo por ello de la casa, dejandola a cargo de sus mascotas quienes solamente asintieron sin mostrar alguna emoción. Conocian demasiado bien a su dueña, y por su bien era mejor obedecerla.

Finalmente se subió a su auto para digirise a la ciudad, formando una sonrisa en el proceso. Desde luego que su familia estaría orgullosa por buscar su vengaza.

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Ya habían contacto a la policía para que los ayudaran en el caso, más no se quedarian sin hacer nada, ellos también buscarian por su cuenta, el problema era que no sabían por donde empezar a buscar.

¿Nuestra Hija? | UsaMexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora