Los hombres, más allá de la humilde concepción mortal que su limitada y encausada percepción pudiese generar, han anhelado siempre desde lo más profundo de sus tristes almas, un ideal inalcanzable, quizás un sueño, una idea o un deseo.
La insatisfacción humana es natural y es arrastrada como un estigma desde el primer amanecer que observó el primogénito y permanecerá hasta el final, cuando el bastardo muera marcando el fin de una época.
No obstante, es esta meta inalcanzable y eterna, el motor de la más grande aberración cósmica existente, cuyo concepto contraviene el mandato de los altos cielo y la tierra mortal, cuya realidad pone a prueba la existencia misma de todos los otros seres andantes y pensantes, es decir, el infinito potencial humano.
Sin embargo, la paradoja constante tiene dos caras, todo tiene un comienzo y un fin, y la infinidad contradicha es solo una prueba de lo que continuará, y como resultado de ello, con el paso de los eones, la humanidad alcanzó el pináculo de su existencia y con ello, unidad.
Una sola ideología, una sola moralidad y corona.
La ciudad de Searyn, capital del Imperio Saeriano, se alzaba en los cielos iluminando los mundos constantes y cambiantes a través de las edades, eterna e inmortal. La cima del bien y su manifestación terrenal, lugar de nacimiento de incontables héroes y santos, cuyos actos de irrefutable y de extrema bondad se habían arraigado en la humanidad misma y continuarían presentes hasta el fin de los tiempos.
Un lugar en donde la conjunción de sueños, anhelos y esperanzas de una raza entera se unían para formar lo mejor de lo mejor que la humanidad podía ofrecer, la prueba absoluta de que la raza humana era digna y capaz. El orgullo humano en su esplendor, el bien encarnado para sí mismos y para los mundos, por siempre.
Pero la arrogancia humana, cegada por el resplandor de su brillo inmaculado, olvidó algo muy simple, la luz y oscuridad son afinidades opuestas.
Un corazón con luz puede iluminar mil edades; un pensamiento de oscuridad podría masacrar una época.
¿Cómo puede haber oscuridad sin luz?
¿Cómo puede existir la luz desprovista de oscuridad?
La luz es el mayor nutriente para un corazón oscuro.
Y sí los incontables actos de bondad y compasión que la ciudad sagrada de Searyn realizaba eran la prueba de la luz que iluminaba los mundos, su contraposición yacía oculta en su umbría.
Una inmensa luz implica una inmensa sombra, ¿Quién esperaría que la más grande oscuridad de los tiempos se escondiese a plena vista, a los pies del faro que iluminaba las edades?
En lo más profundo de la ciudad de sagrada de Searyn, en un pequeño cuarto carente de iluminación adecuada, un grupo de personas se reunían.
La luz de la lujosa habitación era tenue y los rostros de las personas sentadas en ella eran casi imperceptibles, no obstante, si uno apreciase con detenimiento sus ropas y aspectos no podría evitar toparse con una impactante revelación.
Todas ellas se encontraban bordadas y decoradas de oro, plata y otros minerales brillantes, repletas de joyas de incalculable valor tanto monetario como histórico, un exceso de lujo inconcebible que desembocaba en la manifestación de las riquezas e historia de una raza.
El cabello, las barbas o bigotes de todos los presentes resplandecían como el oro y plata, así como una horrible expresión de arrogancia se exponía con orgullo en sus rostros.
—¿Faltará mucho para la comida? ¡¡¡¡He soñado con estas delicias desde hace meses, ya no puedo esperar!!!!— dijo un hombre de aspecto regordete mientras acariciaba su dorado bigote y limpiaba la saliva de su rostro.
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El Heraldo Del Conocimiento
Fantasy¿Quién esperaría que la más grande sombra de los tiempos se escondiese a plena vista, a los pies del faro que ilumina las edades? La ciudad sagrada de Searyn, capital del Imperio Saeriano, se alza en los cielos, resplandeciendo con el brillo de su g...