25.- Nunca bajes la guardia

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Un silencio incómodo inundó el gran salón, los presentes sintieron una sensación extraña e incómoda recorrer sus cuerpos, más ningún entendió el motivo de tal curiosa experiencia.

No obstante, solo para un ser en aquella habitación, la causa era clara, Varasloth había por un segundo dejado escapar una pizca de su presencia ante la estupefacción e incredulidad de la ironía de la situación.

—"¿Qué rayos hacían demonios escondidos cerca del área donde había descendido? ¿Será una coincidencia?"—, se preguntó asimismo anonadado Varasloth, sin perder por un segundo su gran papel de niño inocente.

Sin embargo, dado el caótico estado en el que se encontraba su mente al intentar calcular velozmente diferentes probabilidades y posibilidades, obvio un hecho importante, la extraña atmósfera formada en la habitación había sido mal interpretada por los presentes, quienes decidieron inconscientemente tomar una postura hostil ante la inexplicable situación que afrontaban por primera vez en sus vidas.

Al cabo de varios minutos, diferentes guardias elementales entraron al gran salón arrastrando por los suelos a cuatro demonios, tres de ellos de aspecto masculino y uno de ellos de aspecto femenino.

El anciano elemental de tierra sonrió complacido y habló arrogantemente, —¿En verdad creyeron que no los atraparíamos? ¿Qué hacíais en nuestro territorio? ¿Por qué intentáis llevaros al niño? ¿Por qué es importante para ustedes y de dónde lo raptaron? ¡RESPONDAN!—

Los demonios capturados mostraron por un segundo casi indetectable, una evidente confusión, los tres demonios masculinos miraron por un segundo a la mujer demoníaca que permanecía a su lado y al no advertir ninguna reacción por parte de ella, simplemente cerraron sus ojos y permanecieron en silencio.

—¿No quieren responder? ¿Acaso creen tener alguna oportunidad de conservar su vida?— rugió enfurecido el anciano elemental de tierra mientras se acercaba dominantemente hacía sus prisioneros, cuando la anciana elemental de acero lo detuvo —Jomei, no hay motivo por el cual apresurarse, luego de la tortura desearan hablar, mañana temprano obtendremos nuestras respuestas. Guardias, llévenlos al calabozo, si para mañana aún conservan un poco de piel, el carcelero recibirá diez latigazos.—

Los guardias asintieron con temor ante la tiránica orden de la anciana, cuya crueldad sorprendentemente superaba en creces a las del anciano.

Varasloth suspiró internamente, al parecer los demonios tenían una política de no revelar información alguna, eso lo había salvado. Sí la situación habría poseído un desarrollo más calmado y conciliador, quizás una negociación habría emergido y la historia que justificaba su presencia se habría puesto en duda. Al parecer tendría que realizar una visita nocturna a los demonios inesperados.

Cuando los demonios abandonaron la habitación, el patriarca y los ancianos nuevamente centraron su atención en Varasloth, al cabo de unas órdenes a los sirvientes, sin prisa trajeron diferentes artilugios para intentar identificar su linaje o raza, que por razones obvias resultaron ineficientes y totalmente inútiles. El demonio presenció aburridamente cada una de las pruebas y como los rostros de asombro e intriga se formaban en los tres elementales mayores. Por suerte, con el paso de las pruebas, la actuación de Varasloth empezó a dar frutos y una evidente inocente incomodidad y fastidio se formó en el rostro del ficticio niño, lo que motivó a Yasa a intervenir en las pruebas y solicitar se continuasen en otra oportunidad, con la finalidad de permitirle al niño descansar.

Dado que la ausencia de relación entre Varasloth y el linaje demoníaco había sido acreditado, el patriarca y los ancianos no mostraron mayor inconformidad con la propuesta, por lo que finalmente se le permitió a Varasloth retirarse.

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