6.- La Bóveda

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El proceso de adaptación y evolución había sido exitoso, tras comprender la mecánica estructural y celular del funcionamiento de la invisibilidad del Águila, y tras obtener su sangre y carne, Varasloth había asimilado su línea sanguínea y reproducido las habilidades del águila en sus escamas.

Ahora podía moverse con total discreción y le divertía, era claro que la asimilación carecía de utilidad práctica dado que para el comparativo de seres al nivel de Varasloth, su sigilo normal o técnicas de camuflaje naturales ya de por sí eran casi absolutas, pero el hecho de haber podido obtener un nuevo conocimiento y una nueva habilidad, regocijaban el corazón de Varasloth desde lo más profundo de su ser, esa era su más simple naturaleza.

Debajo de esas escamas, detrás de los mitos e historias sobre sus acciones, antes de su pasado, solo existía una inocente y pura sed de conocimiento. Y el llenar ese pozo sin fondo, aunque sea por un simple segundo, le causaba una inmensa felicidad.

Varasloth avanzó saltando de rama en rama a gran velocidad mientras apreciaba el paisaje, cuando de repente advirtió que tres de las marcas creadas consignadas en los candidatos fueron extinguidas casi simultáneamente.

Con una sonrisa en su rostro, cambio de rumbo rápidamente en dirección al último lugar donde sintió las marcas.

Al cabo de un rato llegó al lugar, pudiendo visualizar una cueva, y dentro de ella, una gran bestia con aspecto de oso tirada en el suelo, más ningún rastro de sus presas.

Varasloth empezó a sentir el maná en el ambiente, dándose cuenta de que todos los rastros de mana habían sido eliminados. El mana en la zona se encontraba distorsionado y caótico, una técnica eficiente para impedir a un mago seguir a otro.

Más Varasloth nunca había dependido completamente de su afinidad mágica, sus agudos ojos rápidamente captaron pistas en el suelo y los árboles, y su nariz captó tres esencias diferentes. El camino que habían seguido era evidente, Varasloth activó su nueva invisibilidad adquirida y empezó a perseguir a sus presas.

En otra parte del bosque, en un arroyo, un hombre de miraba fijamente con evidente hambre su fogata mientras esperaba que sus alimentos se cocinaran.

Su aspecto era descuidado, llevaba el cabello largo y rizado amarrado con un simple moño, vestía un hakama rosada y tenía torso descubierto, se podían advertir diferentes tatuajes y cicatrices en él y llevaba diferentes anillos brillantes en todos sus dedos. En su cintura, una única espada descansaba en su funda.

Kai se preparaba para almorzar cuando de repente sus instintos le alertaron que algo no andaba bien, su mano rápidamente toco su espada y su cuerpo se preparó para lo inesperado, más al cabo de varios segundos en su rostro una ceja se elevó en evidente confusión.

Por más que lo intentase, no lograba percibir con sus sentidos el motivo de su instintiva angustia. Su campo de visión era claro, había elegido una zona despejada de árboles justamente para evitar emboscadas y poder reaccionar con anticipación a cualquier acción extraña. Sus oídos tampoco detectaban movimiento alguno, ¿Se estaría volviendo loco quizás?

Pero, la experiencia y voluntad de Kai había sido forjada a través de constantes baños de sangre. Sí sus instintos gritaban peligro, algo en verdad estaba sucediendo. Sin mayor análisis o titubeo alguno, desenfundó su katana velozmente y arremetió una elegante pero potente tajada hacía el espació delante suyo, aunque no pudiese advertir presencia alguna.

Para su ingrata sorpresa, su katana golpeó algo extremadamente duro y firme. Al ser confirmada sus sospechas rápidamente saltó hacía atrás adquiriendo un margen de acción ante el inesperado enemigo.

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