Donde Yang Jeongin intenta descubrir por qué esos ocho chicos de su universidad se odian tanto después de conocer a cada uno de ellos, al mismo tiempo que se abren las puertas de su pasado y se descubre a él mismo.
- "Hyung, no entiendo porque ellos...
—¡Te estoy diciendo que esos adornos no van colgados así, Seungmin! — Changbin se desesperó al ver que el menor seguía sin hacerle caso—. ¡Que no van así!
—¡Entonces, Señorito Perfección, hazlo tú mismo a ver si alcanzas!, ¡pitufo! —Kim aventó las guirnaldas que Felix había diseñado sobre la cara del más bajito, para luego, bajar las escaleras con notorio enfado.
Hyunjin veía todo desde una esquina, decir que no estaba teniendo paciencia sería mentir. Quería insultar a cada uno de los chicos: primero; hoy era el cumpleaños de Jeongin y no habían terminado con los preparativos, segundo; Jisung tenía música de Twice a todo volumen y todavía no terminaba con los postres y la comida, tercero; Seungmin y Changbin no paraban de discutir.
Hwang observó a Minho y a Chan ocupados con algunos detalles de la fiesta y el resto estaba entretenido con sus labores.
Le dolía la cabeza y no estaba dispuesto a seguir soportando el lío que los chicos habían armado.
Así que solo salió sigilosamente de la casa para visitar a su peliazul favorito que no estaba muy lejos de ahí.
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Felix abrió la puerta de su casa encontrándose con un Hyunjin con cara de pocos amigos.
El alcohol de anoche le había caído muy mal, así que el de pecas solo rio divertido.
—Jeonginnie todavía no se ha levantado -anunció Lee mientras veía al alto pasar a su casa—. ¿No deberías estar en casa de la señora Kim?
—Debería, pero no estoy —habló mientras tomaba asiento en un sofá.
—¿Y qué haremos cuando Jeongin se despierte? Hay que entretenerlo con algo... Pero es muy inquieto y seguro querrá reunirse con los chicos o ir a visitar a su tía.
—Tengo algo en mente. Confía en mí.
Ambos chicos se alarmaron cuando escucharon un golpe provenir de arriba, así que sin pensarlo mucho, subieron por las escaleras y entraron a la habitación de Felix en donde el menor había estado durmiendo tranquilamente para verificar que todo estuviera bien.
Lo único que encontraron fueron a un Jeongin envuélto en sábanas, en el suelo, sobándose el trasero.
—Buenos días, estrellita —saludó el australiano aguantando la risa—. ¡Feliz "ahora ya eres legal"!
—Feliz cumpleaños, Innie —felicitó el mayor al mismo tiempo que iba hacia Jeongin para ayudarlo a levantarse.
—Gracias chicos, temía que nadie lo recordara —respondió alegre pero al mismo tiempo un poco adormilado.
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