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En el silencio
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Farah E.

El frío y Aster repitiendo aquellas palabras que no logró comprender, el viento golpeando las ventanas, Zorel gritando en súplica para que las voces se detengan.

Todo inundaba mi cabeza al punto de dar vueltas hasta sentir un golpe y llegar a sentir como caigo al vacío, silencio todo era silencio.

Las ganas de querer gritar y llorar al mismo tiempo quedan atoradas en mi garganta hasta que logro abrir los ojos, logró respirar finalmente, tomo una gran bocanada de aire y suelto un suspiro.

— No puede ser, voy a matarte por hacerme esto — digo en un susurro casi inaudible

Me pongo de pie y lo único que hay en el lugar son los grandes árboles y la pequeña montaña llena de flores, grito en busca de Flegt, pero solamente me encuentro con el silencio del lugar.

Corro hacia Sarter, con la esperanza de que este ahí o que Aster no pudo realizar correctamente el hechizo y seguimos en el mismo lugar.

— ¡Farah! — grita el sastre del pueblo

Las personas me observan un momento y se acercan a mi preguntándome si estaba bien, donde estaba, pero no me detuve a responder sus preguntas solo asentí con una sonrisa y me fui a casa, pero mi padre no se encuentra en el lugar.

— ¡Flegt!, ¡Flegt!

Grito por toda la casa hasta quedarme sin voz, pero era inútil hacerlo, él no había regresado conmigo, caigo de rodillas y comienzo a llorar, no me importaba nada, me encuentro destrozada otra vez lo había perdido.

Nuevamente solo había silencio y soledad.

— Has vuelto — mi padre me abraza, pero no dejó de llorar

— Lo siento, no debí irme así — no logró decir nada más, el llanto no me lo permite

Me siento destrozada, como si mi cuerpo se comience a caer en miles de pedazos, la soledad es algo que llega a derrumbarme.

— Lo que importa es que regresaste ¿encontraste a tu hermano?

— Sí... y lo volví a perder.

Después de llorar durante unos minutos hasta que mi padre me hace algo de comer y me voy a dormir, aunque fue poco tiempo extrañaba a Gi, a Zorel y Micah. Necesitaba a Aster y a Flegt, no podía perderlos otra vez, pero ya no había alguna manera de solucionar esto.

— ¿Cómo estas? — pregunta papá quien está entrando a la habitación

— Estoy bien, Aster y Flegt también lo están — susurro levemente

— Tienes que ver lo positivo, pudiste verlos y yo se que volverán.

— Lo harán, pero después de mucho tiempo — me acomodó en la cama — No quiero seguir sin ellos.

— Pero tienes que hacerlo, tienes que ser fuerte y no dejarte vencer.

Pasaron los días desde mi llegada y seguía sola, papá intentaba animarme, cocinar mis platillos favoritos, pero nada lograba animarme.

Luces En FebreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora