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Cambiar la historia
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Flegt Everard

El cantó de las aves logra despertarme, como era costumbre buscaba a Aster del otro lado de mi cama, pero ella no estaba, no sabía si algún día iba a volver, pero daría todo por poder estar con ella un día más.

En el escaso tiempo en que estuve aquí ayude a Hunt con su panadería y cenabamos junto a Sally y Ana, me sentía cómodo en este lugar, era agradable y ellos me hicieron sentir como en casa pero tenía que regresar, tenía que buscar a Farah y la forma de encontrarme con Aster una vez más.

— ¿Te tienes qué ir? — Ana estira los brazos en señal para que la cargué

— Tengo que buscar a mi familia, pero prometo venir a visitarlos y traerte un nuevo oso de peluche.

Digo al recordar que por accidente el oso terminó en la chimenea volviéndose en cenizas.

— ¿Lo prometes? — dice con ilusión

— Lo prometo — esbozo una sonrisa y ella me da un abrazó — Gracias por todo, no se que hubiera hecho sin su ayuda.

— No es nada, ven a visitarnos cuando quieras y trae a tu esposa, estoy segura que le gustará el lugar — dice Sally entusiasmada

— Ten por seguro que lo haré.

— Te acompañaré a la estación, puede que te pierdas de nuevo y termines en otro pueblo — Hunt me da una chaqueta y nos vamos.

Ellos eran una familia unida y estaban en paz, nada los molestaba, sus vidas eran tranquilas. Nunca pensé anhelar tanto un poco de tranquilidad en mi vida para variar.

Caminamos hasta la estación que no estaba tan lejos. Los árboles pasan rápido, nunca había viajando en tren, pero no podía disfrutar el viaje por estar pensando en que iba a suceder, la nieve caer aunque el clima cambia drasticamente cuando pasa el tren por el túnel, la nieve deja de caer, pero sigue avanzando.

Bajó del tren y comienzo a caminar, no habían muchas personas afuera aunque unas cuantas notaron mi presencia me saludaron, pero no preguntaron nada, no costaba un poco caminar por la gran chaqueta que cargo puesta. Voy directamente a casa, pero esta completamente vacía hasta que escucho nuevamente la puerta y los gritos de Farah.

— Tú... estás... aquí — deja caer un cuaderno junto a unos lápices y pinturas.

Sabía que ella estaba aquí, ella estaba bien, sana y salva, un suspiro de alivio sale de mi ser al verla parada.

— Sabía que estabas aquí.

— Pensé que no te iba a volver a ver.

— Estabas muy equivocada, era mi momento de buscarte.

— sS cómo solucionar esto pero necesitamos mucha ayuda — dice con emoción

— No puede ser...

La voz de papá hace que dirija mi vista hacia la puerta nuevamente, estaba parado sin decir nada, solamente nos observaba, sus ojos se llenan de lagrimas y mi corazón late con fuerza.

Luces En FebreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora