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Entre las flores
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En la vida lo único de lo que esta seguro es que un día vas a morir y era a lo que nunca ibas a estar preparado, ese momento en el que dejas de respirar y tu corazón no late más, ya no hay nada, lo que hiciste, pensaste se vuelve en nada, solo cenizas y recuerdos innecesariamente dolorosos para las personas que se quedan.

Nunca se es suficientemente grande para poder vivir sin tus padres aunque yo tuve que aprender eso antes de lo esperado, lo más difícil de la muerte era enfrentarla y ser tú el que se queda.

Mi cabeza da vueltas y mi cuerpo duele al ver su cuerpo colgado y la sangre derramada por el camino de piedras el cual un día miré con curiosidad y admiración de la magia que había en el lugar, ahora solo es el recuerdo de su muerte, del momento en que su corazón dejó de latir y su respiración se cortó por completo, como la sangre ya no corría por sus venas y el recuerdo de su risa desvaneciéndose en el aire.

No sólo yo lloraba su muerte, el lugar también lo hacía.

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Horas antes

— ¿Por qué me dices esto hoy? — cuestiono sin desviar mi vista de él

— Porque logré entender que era estupido esperar el momento indicado para decirlo, te amo, desperdicie mucho tiempo pensando y no quiero esperar más.

— Señor Everard déjeme decirle que es un romántico — me acerco a él y le doy un beso — Yo también te amo y tuve que condenarte a estar atrapado cuatro años conmigo para que al fin me lo digas.

Vuelvo a besarlo haciendo que maestros labios jueguen entre sí, sus manos repasando mi espalda hasta que una sonrisa se forma en su rostro.

— ¿Qué le puedo decir señora Everard? Es alguien muy complicada.

No quería levantarme, quería quedarme junto a él para siempre, pero el grito de Gi hace que nos levantemos.

— Buenos días niños — nos sirve tazones con cereal

— Buenos días — decimos al unísono

— Volví, se que me extrañaron — Zorel lanza su chaqueta a una silla y toma mi cereal

— ¡Eso era mío! — reniego

— Tú no pasaste toda la noche explicándole a tus padres porque los gemelos estaban traumados gracias a que tu ex novia loca se rasgó el cuello enfrente de ellos — Zorel rueda los ojos

No digo nada y solo levanto los brazos en señal de paz.

— ¿A qué hora es el juicio? — suelto un suspiro

— A las nueve, aún tienen tiempo para vestirse apropiadamente.

— ¿Que tiene de malo mi ropa? — pregunta Flegt

— Tal vez la falta de ella, solo tienes puesto un pantalon de pijama y no llevas camisa, tienen que ir presentables — Gi le lanza una camisa a Flegt.

El resto del día Gi y Agatha estuvieron en la biblioteca encerradas mientras Flegt, Zorel y yo estábamos devorando toda galleta que hubiera en la cocina ya que no podíamos contener los nervios.

Luces En FebreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora