Capítulo 13

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Ethan usó otro nombre para alquilar el auto, cargándolo a MasterCard. Tenía varias tarjetas de MasterCard. El nuevo auto era un Monte Carlo azul-gris, alquilado en una ventanilla del aeropuerto.

- ¿Qué va a pasar con el Skylark? -preguntó Kerry. Iban por una calle bastante transitada, Ethan disminuyó la velocidad para dejar pasar a un auto que tenía dificultad para salir de un estacionamiento. La faceta de conductor cortés era otra de las cosas que no encajaban en su cada vez más confusa imagen de los vampiros-. Si lo dejas abandonado con toda seguridad la policía te localizará.

-En unos días -dijo Ethan-. Para entonces, si todo sale bien, ya habré tenido oportunidad de regresar y ocultar mi rastro. Si no... -movió la cabeza-. No quiero desaparecer sin más ni más: las desapariciones inexplicables generan demasiado interés; por otra parte, no habrá nadie que esté presionando a la policía para que explique mi paradero.

Si lo matan, comprendió Kerry. Estaba hablando de lo que ocurriría si lograban encontrar al cazador de vampiros, o éste a ellos, y no sobrevivía a la confrontación.

Así que no era la única que estaba preocupada. ¿O asustada?

- ¿Y qué vas a hacer para "ocultar tu rastro"? -preguntó-. ¿Fabricar evidencia de que Ethan Bryne resultó muerto por un asunto de drogas?

No creyó que fuera a responder, pero él dijo:

-Quizás. Aunque sería mejor hacer creer que Gilbert Marsala lo mató, probablemente como parte del ritual de un culto satánico. Eso explicaría el mensaje dejado en la pared de la sala de tu casa. El periódico no lo mencionó, pero seguro que incluso la policía de Brockport se dio cuenta.

Kerry no preguntó qué tenía en contra de la policía de Brockport. Mejor preguntó:

- ¿Quién es Gilbert Marsala?

-El que nos anda buscando.

Lo miró en silencio, asombrada, antes de lograr articular:

- ¿En qué te basas para decir eso?

-Reconocí su fotografía en el periódico -antes de tener la oportunidad de preguntar, él agregó: El retrato hablado elaborado por la policía. Del hombre que chocó contra el autobús de la escuela. ¿No te lo dije? -Preguntó inocentemente.

-No, no me lo dijiste -dijo con brusquedad-. De hecho, intencionadamente me hiciste pensar en otra cosa. Hiciste un comentario como "está empezando a tomar forma".

-Es difícil resistir un buen chiste -dijo Ethan.

-Lo describiste. No dijiste nada de una fotografía.

-Estaba resumiendo.

Kerry suspiró.

- ¿Dónde está el periódico?

-Lo dejé en el restaurante. Créeme -dijo Ethan-. Estoy seguro de que es él. Era el... -se interrumpió- de Regina.

- ¿Qué? -Kerry no supo qué pensar de su expresión-. ¿Era el qué de Regina?

Ethan le echó un vistazo, pero no contestó. Un momento después se estacionó a un lado de la carretera. Cruzó los brazos sobre la dirección y apoyó la cabeza en ellos. Si se hubiera tratado de otra persona, habría pensado que se había mareado o que tenía náuseas.

Pensamiento por demás inquietante.

Ésta es su segunda noche sin sangre, calculó. Él había señalado que podía sobrevivir más que eso sin efectos adversos, pero ¿desde cuándo tenía motivos para creerle?

- ¿Ethan? -murmuró, dudosa de querer su atención.

Los autos pasaban zumbando a su lado. Sentía cómo se balanceaba el Monte Carlo con el aire que hacían al pasar.

Compañeros de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora