Capítulo 4

1.2K 39 5
                                    

Kerry conocía la calle donde Ethan vivía: quedaba atrás del supermercado donde trabajaba los viernes después de acabar las clases y los sábados por la tarde. Incluso reconoció la casa de su tío. Una casa victoriana muy amplia, con un porche alrededor, techos angulares y buhardillas, y torrecillas coronadas con torres cónicas, de la que solía decir: "algún día, cuando sea rica y famosa, voy a comprar esa casa". Lo que la distinguía de las demás casa victorianas elegantes de Brockport era el enorme jardín, que nunca fue subdividido en el apogeo de la compra de terrenos. Cada primavera y cada verano se llenaba de hermosas flores y arbustos, de modo que este jardín siempre tenía más colorido y más vida que ningún otro sitio.

-¿Es tu tío el que se ocupa del jardín?- preguntó Kerry cuando Ethan dobló en la entrada para autos.

Ethan le dirigió una mirada de sorpresa, como preguntándose si pensaba que alguien podría estar ocupándose del jardín en diciembre. Antes de poder explicarse, Ethan dijo:

-No, contrata a personas que lo hacen.

Y ella se dio cuenta de que no fue su pregunta lo que le sorprendió sino que algo lo distrajo.

-¿Qué pasa? -preguntó cuando vio que Ethan observaba la casa con recelo.

El auto retrocedió bruscamente cuando pisó con fuerza el acelerador y un instante después el freno.

-Lo siento- dijo-. Es que estoy seguro de que deje las luces apagadas, pero no tiene importancia.

Qué bueno que no tenían que depender de sus reflejos. Kerry había visto la luz en una de las ventanas pero no prestó atención. Incluso vio cuando la puerta se abrió, pero su única reacción fue que le dio un vuelco al corazón cuando vio que se trataba de una mujer muy atractiva. Tonta, se dijo. No podía esperar nada de Ethan.

Ethan dejó el auto en el lado opuesto del porche y apagó el motor.

De cerca, la mujer podría ser de la edad de la mamá de Ethan, pero Kerry dudó mucho que fuera su tía. Por una parte, Ethan no había mencionado más que a su tío, por la otra, parada ahí en el porche no parecía ser la tía de nadie, con medias y sin zapatos y una copa de vino blanco. Kerry había visto lo suficiente al amigo de su mamá, antes de que desaparecieran en Florida, para saber que algunas mujeres prefieren a los hombres jóvenes. Esta se apoyó en el barandal y le dirigió una sonrisa tan amable como la que ella le devolvió.

-Vaya, vaya- dijo la mujer, sin dejar de mirar a Kerry cuando Ethan bajó del auto- , veo que no debí venir de visita sin previo aviso.

Kerry dudó en abrir la puerta del auto, pues tendría que pasar junto a la mujer antes de alejarse. Pero sus reservas la pusieron en una posición más incómoda, porque Ethan dio la vuelta al auto y le abrió la puerta, como si eso fuera lo que ella estuviese esperando. Entonces la mujer alzó las cejas con apreciación.

-Se ve bastante joven, mon cher- dijo mientras Kerry bajaba del auto- , pero no me cabe duda de que sabes lo que haces. Sólo deja que vaya a buscar mis zapatos.

Kerry sintió que se le encendían las mejillas. Que pensara que Ethan era increíblemente bien parecido, y que era una señal del cielo que viviera en "su" casa, y luego que se desilusionara al descubrir que por lo visto ya tenía novia, una novia mucho mayor, no significaba que planease pasar la noche con él. Ni con nadie, a estas alturas de su vida.

Alcanzó a ver que Ethan estaba más mortificado por ella.

-Ésta es Kerry Nowicki- dijo apresuradamente cuando la mujer iba a darse la vuelta-. Acaba de salvarme la vida.

La mujer retrocedió, medio divertida.

-Y, Kerry, ésta es Regina Sloane- y dudó antes de terminar, sin convicción- , mi instructora de redacción técnica.

Compañeros de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora