Después de unos minutos de circular en el auto, Kerry se animó a preguntar:
– ¿A dónde vamos?
– Al pantano de Bergen–contestó Ethan.
– ¿Hay un pantano en Bergen?–El empalme con Bergen estaba a unos dos minutos de la Calle Principal de Brockport–. Creí que ahí había sobre todo granjas y alojamientos para estudiantes.
Ethan la miró.
–Bueno, no puede decirse que sea de la misma categoría que los Everglades de Florida. Pero sí, es una zona pantanosa y arbolada. Buena para la cacería.
Por un momento Kerry pensó que se refería a que los vampiros cazaban ahí a la gente. Luego cayó en la cuenta de que se refería a cazadores de presas, de venados y de conejos.
– ¡Ah!–Le fue imposible esconder el alivio en la voz.
Él volvió a mirarla, y una vez más sus pensamientos debieron ser transparentes, porque suspiró ruidosamente y meneó la cabeza.
Kerry miró a su alrededor en la oscuridad de la noche, el paisaje campestre le resultaba familiar: grandes campos y una que otra casa. El corazón le dio un vuelco pero intentó mantener un tono despreocupado.
–Odio decírtelo, pero hace unos cinco minutos que pasaste Bergen.
Ethan le dirigió una de esas miradas que a ella empezaban a parecerle de "vampiro piensa cosas divertidas sólo para vampiros".
–Pensé que estábamos hablando de metas a largo plazo–dijo él–. Tenemos un par de cosas que hacer antes.
– ¿Cómo cuáles?
–No te van a gustar, así que mejor te lo explico después. –Al ver su expresión Ethan echó a reír–. Pero dudo que sean tan terribles como lo que estás pensando.
Lo que Kerry estaba pensando es que se dirigían a Rochester en busca de una víctima con la que él pudiera alimentarse. La cosa espantosa y frustrante era que, si finalmente era su intención, llegado el momento lo más probable es que ella no podría hacer nada para impedirlo.
Se forzó a pensar en otras opciones. Quizás estaba diciendo la verdad. Por una vez. Efectivamente se dirigían a Rochester y en camino sólo había pueblos más pequeños que Brockport.
Rochester. Súbitamente comprendió. Iba a reclutar ayuda de otros vampiros. Eso probablemente aumentaba la posibilidad de que perdiera su propia sangre.
Ethan la observaba, examinándola, todavía divertido.
–Además tenemos tiempo para matar.
Y no le cupo duda de que él sabía que sólo había dos formas de tomar esa observación. Intencionalmente Kerry ignoró una.
– ¿Y mi familia?–preguntó–. ¿No te estás olvidando de ellos?
–En absoluto–contestó animado–. Son el único control que tengo sobre ti.
No era exactamente la respuesta que esperaba.
– ¿Y bien?
– ¿Y bien qué?
–Están en peligro. Ahora que si tú sabes que los tienen cautivos en Rochester, y no veo cómo podrías saberlo a menos que...–Paró en seco. ¿Tenía Ethan algo que ver? Había arreglado que Ian y su papá fueran raptados como parte de un elaborado ardid vampírico para... Pero no alcanzaba a entender qué sentido tendría.
A su lado, Ethan esperó pacientemente a que continuara.
–A menos que sepas que están cautivos en Rochester, parece que nos estamos alejando de ellos.
ESTÁS LEYENDO
Compañeros de la noche
Genç KurguA escondidas de su padre, Kerry sale a medianoche a recuperar el oso de peluche que su hermanito olvidó en una lavandería, sin imaginar la escalofriante sucesión de acontecimientos que la marcarán de por vida a lo largo de esa terrible noche.