Doblaron en un camino de grava que después se volvió de tierra.
- Bienvenida al pantano de Bergen.
-Parece más bien un bosque -dijo Kerry.
Ethan le dirigió una amplia sonrisa.
-Ah, ya verás cuando nos adentremos.
Al cabo de un rato, cuando el camino era más hierba con surcos que tierra, estacionó el auto.
- ¿Y si hay cazadores? -preguntó Kerry. Habían pasado junto a otros dos autos estacionados en la carretera principal.
-Me enteraré mucho antes de que nos vean -le garantizó Ethan.
- ¿Nos? -Eso fue una desagradable sorpresa, y no se bajó del auto cuando él abrió la puerta trasera y se echó al hombro los restos de Regina. Por supuesto a él no le preocupaba que ella quisiera escapar, estando a muchos kilómetros de cualquier lugar habitado.
- ¿Y si hay cazadores? -insistió Kerry.
- ¿Quieres quedarte sola en el auto tratando de explicar qué estás haciendo aquí?
-Podría decir que estoy esperando a mi... -Kerry se atragantó con la palabra "novio" y la reemplazó: "a alguien".
-Podría funcionar -le sonrió Ethan-. Con cierto tipo de cazadores.
A Kerry no le gustó eso del "cierto tipo".
-Te aconsejo que permanezcas muy cerca -dijo Ethan-. Pisa donde yo pise. Tómame del cinturón con confianza. Hay partes que son arenas movedizas.
Forcejeó para desabrocharse el cinturón de seguridad antes de que Ethan se alejara.
-Espérame! -aulló. Apenas a un paso del auto Kerry ya se había hundido tanto que casi perdió un zapato.
Ethan dio media vuelta y la miró furibundo por el escándalo.
-Que no...
-Que no de lata -murmuró-. Ya lo sé. Perdón. Por favor, no vayas tan rápido. No veo tan bien como tú.
Él esperó que se pusiera de nuevo el zapato, y cuando terminó se agarró de su ropa. Se esforzaba por caminar sin hacer ruido al igual que él, pero aun pisando en las huellas que dejaba, ella hacia más ruido.
- ¿Estás seguro que sabes hacia dónde vas? -preguntó.
-Confía en mí -dijo. Pero Kerry empezaba a estar harta de oírlo decir que confiase en él-. He vivido en esta región toda mi vida. Conozco hasta el último milímetro.
Vaya cantidad de milímetros, pensó ella.
Le pareció que caminaron una eternidad. Había cosas que quedaban fuera del campo de visión, por lo menos fuera de su campo de visión. A su alrededor la maleza crepitaba sin cesar. Mejor no pregunto, pensó, figurándose serpientes y rabiosos mapaches, aunque la verdad es que no era probable en medio de la noche y con el invierno que se avecinaba. Y otros vampiros. ¿La protegería Ethan de otros vampiros? ¿Podría hacerlo?
Finalmente, en un sitio igual a cualquier otro, Ethan se detuvo.
Puso el cuerpo de Regina en el suelo y luego se agachó. No está rezando, pensó Kerry (¿rezan los vampiros?), sino estudiando el terreno, y el cielo, y nuevamente el terreno.
- ¿Este es un buen lugar? -preguntó.
-No sé -dijo él bruscamente, intratable de nuevo. Se pasó la mano por la frente. -Nunca había hecho esto. - Se quitó el pelo de la frente y ella vio que le temblaba la mano. Suspiró. -No tengo idea de lo que estoy haciendo.
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Compañeros de la noche
Genç KurguA escondidas de su padre, Kerry sale a medianoche a recuperar el oso de peluche que su hermanito olvidó en una lavandería, sin imaginar la escalofriante sucesión de acontecimientos que la marcarán de por vida a lo largo de esa terrible noche.