Capítulo D

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Para lunes luego del mediodía Jonah ya había culminado, completamente, el trabajo que tenía atrasado, por lo que se tomaría un día de descanso y lo primero que quería hacer era investigar un poco sobre todo el tema que envolvía al libro pero, para...

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Para lunes luego del mediodía Jonah ya había culminado, completamente, el trabajo que tenía atrasado, por lo que se tomaría un día de descanso y lo primero que quería hacer era investigar un poco sobre todo el tema que envolvía al libro pero, para eso, tendría que ir a preguntarle a Karen, la mujer un tanto mayor dueña de la librería, quien le había presentado el libro en cuestión. Ya que, después de pensarlo, se dio cuenta de que ella podía ser la fuente que aclarase sus dudas..., de hecho, era la única idea de tenía. Después de todo, el libro aún era de ella.

Así que, sin meditarlo demasiado, el chico se puso sus botas y se disponía a ir hacia la pequeña librería antes de detenerse y escribirle un mensaje a Rod para que quedasen en una cafetería cercana; cuando recibió una afirmativa de su parte salió del apartamento. Sorprendiéndose de inmediato gracias a que el clima no lucia de tan mal humor como usualmente estaba.

Al atravesar la puerta, el tan característico sonido del timbre le alertó a Karen que alguien había entrado. Poco después, y sin la necesidad de mirarlo, supo que era Jonah por el sonido peculiar de sus botas al repiquetear en el gastado suelo.

—Hola, querido. —Saludó ella, perdida entre los pocos estantes de libros, pasando de uno a otro asegurándose de que todo estuviese en orden. Incluso cuando había tenido tan solo un par de clientes en lo que llevaba el día, los cuales siquiera rondaron por allí. Era más para no perder la costumbre.

—¿Cómo estás, Karen? —preguntó amablemente el chico, intentando seguirle el paso entre los estantes, sin poder conseguirlo del todo.

—Muy bien, gracias por preguntar. —Ella parecía muy concentrada en lo suyo y ajena a lo que sea que Jonah estuviese haciendo ahí.

—Verás, Karen... —Lo mejor era preguntarlo directamente, pensaba él, para que tanta ceremonia para algo tan simple.

—Espera. —Lo cortó abruptamente.

—¿Qué?

—Ya sé que te trae por aquí... —Jonah apenas pudo encontrarla para ver su expresión, seria pero al mismo tiempo con las cejas arqueadas con diversión. ¿Cómo se supone que hace eso? Pensó él. De inmediato preguntó:

—¿Ah, sí?

—Viniste a devolverme el libro que te presté. —Resolvió ella encarándolo con una mirada inquisitiva—. ¿Es eso no? Entrégamelo.

Pidió extendiendo su mano con una mueca revelando que quería escaparse de ella una sonrisa. Por un segundo Jonah se quedó quieto, en silencio, pero lo resolvió de manera veloz:

—No... de hecho, no lo he terminado —mintió rápidamente—. Vengo a preguntarte algo sobre el mismo, ya que lo mencionas.

—Ah... ya veo —musitó mientras volvía a su puesto habitual de trabajo, detrás del mostrador. Jonah la seguía de cerca—. ¿Te sirvo un té de manzanilla?

Sin FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora