Capítulo P

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A eso de las seis de la tarde Ava recibió un mensaje de Jonah que decía que ya estaban allí

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A eso de las seis de la tarde Ava recibió un mensaje de Jonah que decía que ya estaban allí. Por lo que podía ir para la cena con seguridad en un par de horas o cuando estuviese lista.

Se estaba por empezar a preparar, pues aún estaba en pijamas mientras terminaba de utilizar su laptop para comprar algo que tenía tiempo buscando, pero llevando su atención a la pared frente a ella recordó la reacción del chico al enseñarle el mural.

—Eres increíble. —Había rectificado él, luego de la pequeña interrupción de la chica —, quedó increíble. Nunca pensé que estos apartamentos pudiesen tener tanta vida... me acabas de demostrar lo contrario.

Ella le había sonreído, agradecida.

—En primer lugar no iba a ser en blanco y negro. —Le contó—. Estaba pensando en ponerle muchos colores. Pero luego me alejé lo suficiente para ver el resultado final y me di cuenta de que me encantaba así como estaba.

—Entiendo. Dar un paso atrás, en algunas ocasiones, ayuda a aclarar la vista. —Ella, asintiendo, quiso buscar que era lo que quería decir, sin embargo, él la interrumpió—: No tiene que ser exageradamente colorido para ser perfecto.

—No es perfecto, aún podría mejorar.

—Yo creo que lo es. Eres muy talentosa.

Se habían regalado un par de sonrisas después de eso cuando recibió una llamada de su hermana y tuvo que irse, recordando que se iban a verse más tarde sin faltas.

Luego de darse una ducha, fue a su armario para ver que podía ponerse. No quería vestirse como siempre lo hacía. Por lo que se atavió con un vestido turquesa bastante informal, pero que le encantaba, recogió su cabello en una trenza sencilla, para variar un poco, y se puso medias largas para no congelarse, además de zapatillas cómodas. Esperaba que la calefacción en el apartamento de Jonah fuese lo suficiente como para no arrepentirse de su atuendo.

Estaba eligiendo que zarcillos ponerse cuando su teléfono timbró, sin pensarlo mucho hizo una pausa para acercarse a tomarlo, pero, al ver el nombre de Mia, se detuvo un instante. Habían intercambiado un par de mensajes desde la última ocasión en la que ella la había llamado llorando, Ava quería asegurarse de que estuviese bien... por lo que contestó, esperando que hablase rápido para poder seguir arreglándose.

¿Ava? —No... de nuevo ese tono congestionado. No estaba sollozando pero sabía, por como la conocía, que estaba llorando.

—¿Qué pasa? —preguntó de inmediato.

Del otro lado la chica sorbió su nariz.

Es mi papá... —dijo, soltando un sollozo contenido. Ava de inmediato busco en su álbum familiar mental para saber quién era, después de unos segundo lo recordó; Era un hombre mayor, de la edad de su tía Meirela, mamá de Mia, y que no había tratado más allá de un par de palabras en toda su visa.

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