Ava logró salir a las seis del trabajo, a pesar de que siempre se alargaba el tiempo por alguna razón. Había olvidado por completo llevar ropa para la exposición y no podía volver a su apartamento por ella, por ello tuvo que resolver con lo que tenía en su casillero del restaurante; terminó con un sencillo jean negro, una camisa básica pero bonita color vino y las mismas zapatillas negras. Retocó su maquillaje y su cabello, en la cola de caballo habitual, rápidamente. No hubiese sido su primera opción para nada, pero hizo lo que pudo; además, pensó, su abrigo, que si era perfecto en su opinión, cubriría la mayor parte.
Partió al lugar caminando a paso apresurado y con su paraguas sobre la cabeza pues estaba muy segura de que iba a llover, ya había impreso las entradas más temprano así que solo faltaba Jonah.
Suspiró nerviosa cuando llego a la puerta del sitio, la fachada era opaca por lo que no podía distinguir el interior y sobre la puerta se leía: "A&A Museo de emociones que se pueden ver. Inauguración". Sonrió ante aquello, estaba emocionada. Consiguió el lugar navegando tranquilamente por internet y debido a un anuncio publicitario, curiosa ingresó de inmediato y ahora allí estaba.
Se puso un poco nerviosa al ver como las personas, no muchas, pero vestidas elegantemente, entraban por la puerta mostrando sus entradas a un señor que allí estaba. Ava se abrazaba a sí misma por el frío. Un par de minutos después llegó el chico.
—Hola, Amai.
Le sonrió, acercándose para dejar un leve beso sobre su mejilla como saludo.
—Hola. —Le devolvió el gesto mientras él se paraba frente a ella—. ¿Cómo es que no tienes frío? —preguntó viéndolo con lo que parecía un simple suéter grueso y un gorrito de lana esta vez color gris muy claro. Se veía bien y encajaba muy a su manera con el lugar.
—No lo sé, nunca me ha afectado demasiado. Noto que a ti sí.
—Definitivamente. Siempre he sido muy sensible al frío. A veces me ponía incluso dos pantalones —admitió, arrepintiéndose un milisegundo después de decirlo. ¿Por qué decía eso?
—¿Qué? —rio él. Pero al verla tan avergonzada sin razón decidió dejarlo pasar—. Bueno, ¿Entramos?
Ella sintió y le pasó las dos entradas que el chico mostró al guardia de seguridad y poco después los dejaron pasar. Ella pasó primero y lo que sintió fue calidez, había un ambiente mucho más agradable que afuera por lo que no era necesario utilizar su abrigo. Soltó un resoplido nervioso por eso, no pegaba una. Quitó su abrigo y lo enroscó en su brazo mirando alrededor al igual que Jonah.
Era un lugar pequeño, perfectamente iluminado y decorado sencillamente para que las obras, en ese momento siete si contaba bien, resaltasen completamente. Sonrió emocionada dando un pequeño saltito sin poder evitarlo que el chico notó.
—¿Qué fue eso? —rio él. Intentando hablar bajo para que las personas allí presentes no los escucharan.
—Perdón —susurró avergonzada mientras sus orejas ardían—. Es que estoy emocionada. Siempre quise venir a algo como esto.