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—¿Tienes más familia? —preguntó él. Luego de un rato hablando sobre cualquier cosa.
—Sí, mi papá es el menor y solo me tuvo a mí, pero mis tías tienen muchos hijos, cada una de ellas tiene al menos dos. Tengo primos y primas que ni siquiera conozco, y a sus hijos.
—¿No tienes algo así como un cómplice? —interrogó repentinamente.
Ella lo miro confundida.
—¿Qué?
—Ya sabes, alguien de tu familia que puedas considerar tu cómplice. —Repitió encogiéndose de hombros. Para este punto ella tenía las piernas y brazos cruzados, debido al frío, giradas en su dirección. El chico por otro lado parecía ser muy resistente al mismo y se mantenía sentado sobre la caja relajadamente pero girando su rostro a ella—. Esa persona que siempre está más cerca que los demás. En mi caso no tendría donde elegir, pero por lo visto tu sí.
Ella no lo pensó demasiado.
—Mi prima... Mia se llama. —Asintió suavemente para sí—. No somos muy unidas, pero... es la excepción al resto. Es menor que yo por dos años y eso... la hace un poco complicada.
—Todos somos complicados. Exactamente, ¿a qué te refieres?
—No lo sé —admitió, impresionada de poder hablar, al menos de ella, con cierta naturalidad. Jonah, de alguna manera, la estaba haciendo hacerlo—. Ella... es muy explosiva. Un todo o nada. Debía hacerse lo que ella quisiera siempre, pero, por otro lado, también es muy emotiva. De esas personas que ríen o lloran contigo si es que tú lo haces.
—¿Por qué crees que eso la hace complicada? —Siguió preguntando él.
—No sé cómo explicarlo... —murmuró ladeando su cabeza—. Supongo que simplemente no compaginábamos muy bien y veo en ella todo lo contrario a mí. Por lo visto terminamos siendo complicadas por separado. —Concluyó—, sin importar cuan diferentes somos.
El chico iba a decir algo, pero ella lo interrumpió.
—¿Y tú? ¿Tienes algún cómplice... al menos fuera de tu familia?
Jonah asintió, sin perderse el cambio de tema pero dispuesto a dejarlo pasar.
—Mi mejor amigo: Rodrigo. En este momento está viajando por diferentes países en su luna de miel.
— ¿Qué...? ¿Acaba de casarse?
Él asintió.
—¿Recuerdas el sábado pasado cuando estaba vestido... muy elegantemente? —Ella asintió con una sonrisa. Como olvidarlo—. Bueno, fue su boda —explicó acomodándose sobre su asiento... o simplemente caja—. Por cierto, gracias por decirme que el gorro de lana no iba con la ocasión, cuando estaba allá me di cuenta de que hubiese sido realmente vergonzoso llevarlo.
