Capítulo H

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Rod parecía feliz, realmente feliz mientras bailaba con su ahora esposa

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Rod parecía feliz, realmente feliz mientras bailaba con su ahora esposa. Con solo 23 años ya habían decidido unir sus vidas de aquella manera.

Desde lejos Jonah no pudo distinguir la expresión de su mejor amigo a detalle, pero si sabía que, pese a sus nervios al inicio de la ceremonia, Rodrigo estaba más que feliz de lo que allí había sucedido.

Jonah no era muy sentimental, pero en medio del momento, cuando estaban aceptando unirse hasta que la muerte los separase, y cuando la pareja tenía sus rostros cubiertos en lágrimas, sus ojos se cristalizaron ligeramente.

Poco a poco más parejas fueron uniéndose al baile bajo la luz de un hermoso candelabro. La fiesta estaba celebrándose en un salón muy grande y elegantemente decorado que además debía ser exageradamente costoso.

El chico permaneció de pie, con un vaso de refresco en la mano pues iba a manejar de regreso, a la vez que volteaba de un lado a otro. Todo parecía de cristal, de tratar con cuidado. Se veía cálido a pesar de estar frío afuera.

Un rato más tarde tuvo la oportunidad de acercarse a su mejor amigo, ya lo había felicitado previamente por lo que fue como cuando se reunían usualmente. Se paró a su lado dirigiendo su mirada hacia donde él lo hacía, parecía embelesado con algo y notó que ese algo era su esposa que bailaba con su padre, también conocido como suegro gruñón.

—Me gusta como la miras —le dijo, tomando un sorbo del vaso. La miraba como si fuese una estrella fugaz y debiese pedir un deseo rápidamente antes de que cayese.

—No puedo mirarla de otra forma —le aseguró Rodrigo, tan serio que no se atrevió a hacer algún comentario sarcástico respecto a ello.

—Estoy feliz por ti. Me alegro de al final todo allá valido la pena, incluso la actitud de su padre.

Rodrigo soltó una risita, volteándose a él por fin.

—De hecho antes de la ceremonia se acercó y me dijo que confiaba en mí —relató, haciendo que Jonah casi se atragantara con el refresco—, y que sabía en que su hija había escogido a alguien en quien depositó tal confianza como para unirse de esa manera y no arrepentirse. Me dijo que probablemente nunca iba a dejar de molestarme porque le divierte, pero que tenía un buen yerno y me aceptaba en su familia.

—¿De verdad dijo eso?

Rodrigo se encogió de hombros volviendo a mirarla.

—No me parece tan increíble, ¿Sabes? Muy en el fondo sabía que yo le agradaba y jamás dudé con respecto a mis sentimientos por ella, sin importar lo que él hiciera.

—Estás muy enamorado. Eso está bien.

—Se siente bien —aseguró, volteó a verlo y agregó—: cuando te enamoras así de fuerte, no te acuerdas de lo que se siente no estarlo.

Jonah no dijo más, no quiso romper la burbuja que de pronto se había apoderado de su mejor amigo, pero de pronto se dio cuenta de que esta se había roto cuando Rodrigo le dio un codazo, como llamándolo bruscamente.

Sin FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora