Ava se encaminó a donde sabía estaba la habitación para llamar a Julianne, tal y como se lo había pedido Jonah. Era extraño, estaba en un lugar que no era suyo y al que nunca había ido antes, pero al mismo tiempo se sentía cómoda dentro de él. No sabría decir si era porque sus apartamentos se parecían en estructura o por el ambiente que ese lugar le estaba regalando, la familiaridad con la que se movía incluso la estaba asustando.
Al llegar a la habitación tocó la puerta, pero nadie contestaba.
—Julianne, es Ava.
Tocó una vez más, quizás no estaba allí, pero escuchó un suave «Pase», ese que le hizo, dudosamente, abrir la puerta.
—¿Julianne?
Ella estaba allí sentada en la pequeña cama, la habitación no tenía nada de decoración y parecía no ser utilizada pues había algunas cajas arrumadas por allí. Sin embargo, su atención volvió inmediatamente a la mujer que intentaba limpiar su rostro con restos de lágrimas sin que se notara demasiado. Acción de no tuvo éxito, Ava de inmediato se dio cuenta.
Suavemente se acercó a ella y se sentó justo al lado en la muy pequeña cama, queriendo proveerle apoyo anímico. No la conocía como para preguntar qué es lo que estaba pasando, pero al mismo tiempo no iba a dejar sola a alguien en un estado como ese. Ella sabía lo que era llorar sola y siempre quiso que alguien, quien fuese, se sentase a su lado... Solo para estar allí y sentirse acompañada.
Julianne permanecía con la mirada en el suelo, tenía una foto en sus manos, pero la había bajado, de forma que no se distinguía. Unos segundos más tarde, aun mientras se mantenían en completo silencio, tomó una respiración profunda y levantó un poco la mirada acercando la foto y dejando que Ava la mirase. En ella podía verse ella sonriendo mientras abrazaba a un chico que tenía cargaba a una bebé. De inmediato notó que esa bebé era Jemma, a pesar de que lucía como si apenas tuviese algunos meses de edad, tenía esos ojos tan hermosos que resultaban inconfundibles, mismos ojos que el chico que estaba cargando a esta última, tenía.
—Él es Becket —susurró, con la vos ronca.
Ava sabía que debía caminar con cuidado, hablar con cuidado. Se esforzaría en hacer ver como si supiese exactamente que decirle, aunque no era así. Viendo la foto acercó su mano para rozarla levemente, sintiendo el material en sus dedos, habló:
—Es una hermosa foto.
La mujer sonrió, más bien una sonrisa triste. Cargada de recuerdos que volvían incluso cuando no se los pedía. Recuerdos de esos que no tocan la puerta para entrar en tu cabeza, simplemente arrasan con la puerta y recorren el espacio como a un viejo amigo.
—Lo es, ¿no es cierto? —Soltó un suspiro pesado, para nada lucia como la Julianne chispeante y habladora que había conocido en la feria. Ava acercó sus dedos al rostro del chico con ojos grises y cabello claro, rozó un poco la imagen.