Simarg: Primer Libro de Las Guerras de Tabula

12-Dos formas superiores

La interrogación sufrida la mañana siguiente solo podía ser descrita como <<bestial>>. Ante cada respuesta dada por los axisianos, cinco tipos de uniforme condecorado (como mínimo) gritaban violentamente sobre alguna incoherencia o contradicción en sus relatos, que al final terminaban siendo aclaradas por unos jóvenes con unas simbólicas colas metidas entre las patas. Perún y varios avatares leales a él les defendieron recordándoles a sus superiores lo que podrían lograr gracias a Shchuka (muchos en esa región conocían la leyenda del Pez Mágico), que era algo que ningún sirviente de Veles dejaría a merced de ellos así como así.

La propuesta de alianza con Axis, el poder de Shchuka, el conflicto con Nahash... Había mucho en que pensar y muy poco tiempo. Los aliados de Europa Oriental ya tenían muchos problemas tratando de evitar que Veles se expandiera por esa región del mundo como para lidiar ahora con una amenaza global como Nahash, y el hecho de saber que tendrían que seguir luchando obligadamente incluso después de vencer a Veles no les dejaba para nada contentos.

Antes de terminar, Mitya enfatizó el hecho de que él y sus compañeras trabajaban para uno de los Hijos predilectos de la Monada, y que tanto él como su Creadora podrían estar observándoles en ese preciso momento, así que el destino de la misión de la Alianza Europea Oriental dependería del estado de ellos tres. Podría no ser verdad, pero quería que él y su equipo recibieran un mejor trato después de todo lo que pasaron para llegar hasta allí.

Bajo los despectivos comentarios de quienes no estaban de acuerdo con él (humanos con un rango superior), Perún se aprovechó del hecho de contar con el apoyo de todos los avatares de la legión y de varios agentes del gobierno para tener la última palabra. Las cabezas de la alianza considerarían la propuesta de aliarse con Axis siempre y cuando se confirmase el poder del ídolo que supuestamente podría reparar el daño sufrido durante las batallas anteriores.

Discutieron un poco sobre el lugar en el que se presentarían más adelante y entonces todos se pusieron a trabajar. Perún, los avatares de mayor edad física de la legión y los tres emisarios de Axis recorrieron el subsuelo y unos cuantos kilómetros de la superficie para llegar a las orillas del Río Moscova en un área seleccionada por el humano que hacía de comandante en jefe. Muchos soldados se quedaron vigilando las direcciones posibles en las que el enemigo podría emboscarles (también tenían un ojo puesto sobre los tres forasteros) mientras Perún rompía el ídolo del Pez Mágico.

—No voy a cumplir ningún deseo hasta que vea que quitaron todas las redes del río —dijo Shchuka.

—Con que sí puedes hablar, fragmentario —dijo Perún, recogiendo al pez del suelo con ambas manos. Quitando el hecho el hecho de que eran seres sobrenaturales, la escena de un hombre mostrándole el río a un pez como si fuera un bebé en brazos de su madre resultaba bastante ridícula—. Como ves, no hay ninguna red en todo el río. Estamos un poco cortos de tiempo y debemos abandonar este lugar cuanto antes. Así que explícame el procedimiento y te dejaré marchar.

—A todos aquellos que me ayuden regresar al agua (menos a esos tres pendejos de ahí) se les concederá un deseo —dijo Shchuka—. No quiero trampas, o si no... yo... eh...

—De acuerdo —interrumpió Perún, que giró en dirección a Mitya y sus compañeras—. Lo siento, chicos.

—No importa —mintió Mitya—. Nosotros nos lo buscamos.

Perún silbó. Aquellos soldados que no vigilaban los alrededores corrieron hacia su capitán y se apretujaron alrededor de Shchuka para agarrar una pequeñita parte de él con los dedos índice y pulgar de una mano. El espacio no alcanzó para que todos pudieran ayudar a trasladarlo, pero seguía siendo una cantidad aceptable. El equipo de salvadores de peces caminó lentamente hasta el Río Moscova y depositó a Shchuka en el agua.