Capitulo 9

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—¿Cómo?

—Si— soltó con un semblante arrepentido.

Parpadeé repetidamente comprendiendo sus palabras, cerré mi boca y me aclaré la garganta. Quité mi semblante de confusión cuando me di cuenta de lo que había hecho.

—¿Cómo fue? ¿Qué pasó?— desvié mi mirada a sus manos, se las estaba sobando nerviosamente— ¿Fue tan malo?

Alterd cerró los ojos frunciendo se ceño, los volvió a abrir luego de un momento y me dedicó una mirada enmustiada.

—Estábamos en el bosque, en nuestro lugar favorito. Nos sentamos y comenzamos a charlas de cosas irrelevantes. Tú ya habías visto que pasaba algo conmigo hacia ella y me daba miedo decírselo porque tal vez nuestra amistad se pudo haber acabado, es muy valiosa como para que la arruinará de esa manera. Entonces la volteé a ver, estaba mirando al horizonte con esa mirada llena de alegría— Alterd desvió sus ojos al techo como si estuviera recordando con exactitud qué había pasado, con una sonrisita de enamorado— Se veía tan bonita y hermosa, con su cabello cayendo por sus delicados hombros y esa nariz tan perfecta, su sonrisa— se detuvo abruptamente.

Parpadeó cayendo en cuenta de que hablaba como si estuviera loco por ella, y lo estaba pero tal vez le daba pena demostrarlo. Se aclaró la garganta y yo reí por lo bajo. Apoyé mi peso en una pierna mirándolo con atención.

—Perdón. Prosigo, el punto es que cuando volteó a verme, me fue inevitable mirarla de otra manera y en un impulso la besé— bajo la mirada— Solo me acerqué rápidamente y ya. Sin pensar en lo que se vendría después.

—¿Qué dijo ella?

Guardó un momento de pausa.

—Se quedó como estatua cuando junte mis labios con los de ella, duró como unos segundos antes de que se alejara y se pusiera de pie. Se mantuvo callada por un momento y yo entré en nervios, miré hacia todas partes. Permaneció mirándome con cara confusa y luego me preguntó de que que hice, por qué la besé.

Tomó asiento en la cama y miró hacia la pared. Quiso seguir hablando pero solo guardó silencio, uno sepulcral que entendí que necesitaba mi apoyo. Delicadamente avancé con pasos lentos hacia el sillón puff gris que tenía delante de él y me senté.

—¿Y, cómo te sentiste tú?— cuestioné con voz suave.

Trato de hacer una sonrisa que terminó casi como una mueca, bajó la mirada avergonzado y juntó sus manos delante de él. El silencio se presenció por unos segundos entre nosotros hasta que de la nada, quitó inmediatamente su expresión abatida y se puso de pie. Me miró con una sonrisa forzada.

—Un poco mal pero ya se me pasará. Solo te decía por si nos ves raros y no preguntes que pasó y se nos sea incómodo. Perdona, iba a hacer unas cosas ¿a qué venías?— sonrió educadamente.

Fruncí mi ceño pero rápidamente lo quité y me puse de pie. Su extraña actitud se dejó realmente confundida por unos segundos.

—Nada más a por ustedes, ya iba a estar la comida— di dos pasos en dirección hacia la puerta, posándome un poco justo al lado de él. Levemente incómoda y sin saber que hacer palpé mi pantalón con las manos.

—Iré a buscar a tu hermano— avisé y terminé de caminar a la puerta para salir. Cerré la puerta.

Rodeé los ojos dejando salir un pequeño suspiro y me encaminé a la sala en donde pensé que estaría Abid. Al llegar toqué la puerta y esperé a que contestaran. Pasaron unos segundos y seguí esperando pero nadie me contestaba así que decidí entrar para corroborar que el chico de ojos avellana no estuviera aquí.

Eternamente Tú  (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora