La puerta frente a nosotras fue abierta en un segundo, no tardamos mucho fuera de la casa de Esther cuando ella nos recibió regalándonos una de sus tipicas sonrisas que te alegraban el día.
-Que bueno es volver a verlas- soltó un suspiró emocionada- Pasen pasen, sientance como en casa- se hizo a un lado para dejarnos pasar.
Luego de que llegara a casa con la despensa de la semana, los minutos me acariciaron mientras iba acomodando todo, aunque relativamente no supiera su orden, me inventé un nuevo lugar para los alimentos. Mi madre llegó media hora después, alertando que la ayudara a meter la comida que necesitaba refrigeración para que no se echara a perder, terminamos comiendo unas pechugas de pollo a la plancha con verduras alrededor de las cinco de la tarde.
Mi estomago todavía estaba lleno. Después nos sentamos en los sillones la próxima hora restante, charlando de como me había ido en la escuela remarcando que no le dije de mi pequeño desliz del desmayo por ignorancia, mi madre estaba un poco preocupada sobre donde íbamos a dormir, puesto que ni siquiera teníamos colchones inflables para recostarnos o mantas para cubrirnos del frío potente de la noche, y por si fuera poco, al día siguiente iba a venir el electricista a reparar unos detalles de la calefacción, por lo que tampoco teníamos calefacción para que no nos muriéramos de frío.
Y tampoco mi madre tenía dinero de lujo como para pagar unas dos noches en el hotel, entonces no se resistió a pedir un poco de ayuda a Esther, con mucha pena la llamó por ahí de las seis de la tarde, en lo que yo investigaba unas pequeñas cosas para una mesa redonda que tendría mañana en la escuela. Escuché un poco de la conversación y la desimportancia que le resto Esther al asunto hizo que mi madre se calmara un poco al favor que le estaba pidiendo a la castaña de Esther.
Aunque logré escuchar un pequeño detalle de que Richard, el integrante faltante de la familia Moore, iba a dormir ya en la casa. Habría un lugar faltante.
-Ya quiero saber como te fue en la universidad Roma- susurró la voz de Esther cuando pase por su lado, como si me estuviera contando un secreto ansiosa.
Sonreí educadamente, acostumbrarse a la cariñosa mamá Moore iba a ser fácil y agradable.
En mi mochila llevaba nuevamente mi pijama, mañana me tocaría repetir la misma rutina de madrugar para ir a mi casa para cambiarme y asistir a la universidad.
-Estoy por preparar la cena, ¿me quieres acompañar Alicia?- pregunto Esther una vez que entramos a la sala de estar.
La sala estaba vacía y parecía ser que la casa también. Los hermanos Moore no se encontraban por ninguna parte.
-Claro, aunque nosotras acabamos de comer y estaremos muy llenas como para que nos cenemos con ustedes- confeso mi madre caminando a su lado, para desaparecer por la puerta de la cocina.
Iba a tomar asiento en el sillón largo negro, Esther asomó su cabeza en el umbral de la puerta.
-Roma si quieres ve con Abid, esta arriba, Alterd no está, para que no te aburras- acotó esto último al ver mi mirada confusa.
Me dedico una sonrisita ligera antes de volver a meterse a la cocina.
Pensé en lo que había dicho, dudando un poco de lo que iba a hacer. Por una pequeña parte me iba a aburrir esperando sentada en el sillón hasta que mi madre y Esther se apiadaran de mi estado de aburrimiento y terminaran la cena para poder pasar un momento ameno con ellas. Pero si me iba con Abid, no estaría aburrida sin embargo tal vez si iba a ser incómodo.
La despreocupada e insolente parte de mi me empujó a hacer algo precipitado y sin estar muy segura de lo que fuera a suceder, subi las escaleras de la casa, no sin antes dejar mi mochila en una esquina del sillón de la sala. Las escaleras se hicieron cada vez menos y cuando vine a razonar la puerta de la pequeña sala donde había visto por primera vez a Abid ya estaba frente a mi.
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Eternamente Tú (En Proceso)
Bí ẩn / Giật gânUna nueva aventura comenzará en la vida de Roma tras haberse mudado al pasado tenebroso en una ciudad de Los Angeles. El vacío atormentado que ella sentía la dejará a un lado cuando cumpla lo que el destino le dictó, regresar. Una aventura de mister...