Una hora más tarde, volví a mirar mi reflejo frente al espejo de la habitación de mi casa. Unos legins negros cubrían mis largas piernas combinando con mi mochila de escuela negra, una blusa blanca se amoldaba a mi figura delgada ajustandolo con un cinturón a la cintura, me puse unos tenis blancos junto con unas pulseras de oro que me habían regalado mis abuelos hace años y un blazer color verde oliva largo me cubriría del invierno cuando me fuera de camino a la universidad. Dejé mi cabello güero suelto.
Con un poco de aburrimiento me apliqué un valsamo de labios para el frío y tomé una dona para cabello poniendola en mi muñeca, por si más adelante tenía que amarrarme el cabello. Salí de mi habitación en la segunda planta y bajé las escaleras con unas libretas en mis manos para meterlas a la mochila que descansaba en el sillón.
La casa estaba sola puesto que mi madre estaba con Esther en su casa, como ayer. Acomodé mi blazer nuevamente y metí lo que tenía que meter a la mochila. La coloqué en mi espalda nada más de un agarré y tomé las llaves de la casa que estaban en la encimera de la cocina. Mi cerebro estaba pensando en lo que había estudiado ayer para la mesa redonda que tendría hoy en la última hora, historia, mi favorita. Avancé hasta la puerta tarareando la melodía de una canción cualquiera.
—Rehel.
Escuché una voz ahogada en suplica muy atrás de mi, como si la estuvieraan desgarrando. Con duda y un poco de miedo giré sobre mis talones hacia el pasillo pequeño y oscuro que estaba al lado de las escaleras, no había entrado ahí y mi madre me había dicho que ahí estaba un baño que todavía mandariamos a componer, y más atrás había una habitación que sería la de visitas.
El silencio corrompió la casa, un silencio sordo que daba escalofrios. Mis ojos danzaron por toda la casa, sin moverme de mi lugar, en busca de la voz masculina. Mis vellos se pusieron de punta cuando una brisa helada me tocó el hombro, asustada me erguí pegandome a la puerta detrás de mi, mis palmas quedaron abiertas sobre la puerta imprimiendo fuerza.
—Rehel, tu es là?
Mi corazón dio un vuelco al volver a escuchar una voz resonando por el lugar, no ubiqué especificamente de donde, la voz sonaba en suplica como un eco por toda la casa, sin embargo logré diferenciar que hablaba en otro idioma, no sabía cual. Analicé la voz entre mi mente, como si la hubiera capturado y ahora estuviera rebotando en mi cerebro, la voz sonada rota, con un sentimiento de sufrimiento, pero sonaba rota en el plan como si alguien se hubiera muerto. Alguien muy importante para ti.
—Rehel, ¡aidez-moi, sortez-moi d'ici!.
Volvió a resonar por el lugar como un eco, esta vez con más intensidad. Un sudor frío comenzó a escurrir por mi frente mientras sentí que mi respiración se hacia más rápida y frenética. Una sensación desconocida me volvió a llenar, algo me impulsaba a seguir oyendo la voz.
Mi celular vibró en mis pantalones, el timbré opacó todo el sigilo de la casa, sonó tan fuerte que lo tomé rapidamente con mis manos temblorosas y contesté para que el sonido se callara.
–Bueno..– mi voz sonó entrecortada, como si hubiera corrido un maratón.
–Hola Ramita, buenos días ¿cómo amaneciste? ¿saliste a trotar?
La voz entusiasmada de Gerardo cortó el silencio. Se le escuchaba ansioso. Nivelé mi respiración para contestar.
–Mm.. si– mentí– Ya me hacía falta, hace decadas que no me pongo en condición.
–Y no te hace falta, aprovecha. ¡No todos tienen la suerte de tener el cuerpo de Roma!– gritó con su típico y amigable caracter.
Rei.
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Eternamente Tú (En Proceso)
Mysterie / ThrillerUna nueva aventura comenzará en la vida de Roma tras haberse mudado al pasado tenebroso en una ciudad de Los Angeles. El vacío atormentado que ella sentía la dejará a un lado cuando cumpla lo que el destino le dictó, regresar. Una aventura de mister...