Capitulo 15

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—¿Así se toca?

Su arrugado ceño me dio a entender que mi séptimo intento de que las cuerdas del violín sonaran armoniosas estaba fallando, de nuevo. El dolor que abanicaba a mi cuello no me dejaba poner atención a la coordinación de mis dedos, cuarenta minutos de fracaso.

Luego de algunas semanas pasar dejando descansar y sanar mis dedos después de la caída que solo con dudas me dejó. Regresé con todas las ganas de apaciguar mis sueños.

—Por enésima e incontable vez, no. Primero mejor toca las cuerdas Sol Re La Mi y luego implementamos Do Fa Si, me excedí al estimar que tu capacidad daría para incluir todas las cuerdas— soltó con cansancio el rostro pálido de Isaac.

Depositó con una delicadeza sensible las partituras sobre el atril para indicarme él mismo con sus dedos como se hacía. Mis deseos y ansías por acariciar las cuerdas del violín trasmitiendo emociones que era destacadas para las personas como melodías me retenían de que me rindiera.

Pasamos ambos en una onda magnética donde la música y los armoniosos acordes que el chico pelinegro tocaba eran los protagonistas. Una ventisca delicada de plumas blancas que flotaban a la par de melodías suaves y gráciles cuando los dedos de Isaac acariciaban el violín eran opacados como una tormenta feroz arrasando con las plumas cuando me tocaba imitarlo, creando bucles de una ventisca tenebrosa y helada de acordes que rechinaban contra mis dedos.

Spoiler: seguí intentándolo por los otros veinte minutos restantes con fracaso llevándome regaños de un pelinegro impaciente.

— ¿Qué pasó contigo en la fiesta del sábado?— mientras ambos guardábamos los violines en sus estuches el chico me encaró con una indiferencia curiosa.

— ¿El sábado? ¿Tú fuiste a la fiesta?

—Sí.

—No te vi.

La clase de una hora ya había finalizado. Tomé el atril y le quité los seguros para acomodarlo correctamente en el salón donde pertenecía.

—No estuve ahí mucho tiempo. Mi presencia tampoco fue puntual, el bullicio de adolescentes en cuerpos de adultos me es entretenido entre ratos.

El recuerdo burlón llegó a mi mente como una luz blanca asaltando las esquinas de un cuarto oscuro. El beso llegó a mi mente jugándome un rato de vergüenza.

—¿Y qué exactamente crees tú que fue lo que me pasó el sábado?

El gran salón anteriormente lleno de estudiantes como yo y maestros llenos de información sobre los instrumentos fue vaciándose poco a poco.

—No tengo mucha certeza de eso. ¿Cuentan las habladurías inventadas por los estudiantes que en la fiesta presente estuvieron?

— ¿Los chismes?— pregunté— No te fíes de eso. Me sorprende que alguien como tú que se encarga de buscar información válida se revuelque en los escándalos de los estudiantes.

—Me estás esquivando. Tu intento de expulsar mis estribos no está cumpliendo con tus expectativas. Háblame Roma. Dime. ¿Es cierto que la inerme chica nombrada Irid besó a un chico y fue despavorida persiguiendo a una chica al interior de los matorrales?

Absorta me quedé asimilando las palabras que surcaron de sus labios con sabiduría. Solo podía pensar en que chismoso era el júbilo de estudiantes.

Un segundo.

Una duda de incertidumbre se coló por mis pensamientos como un foco brillante de ideas.

¿Cómo el igual había visto a la chica? Si supuestamente Abid ni nadie la había visto, ¿cómo él sí?

Eternamente Tú  (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora