Eternamente Tú (En Proceso)

Capitulo 14

—¿Qué tan lejos queda?— inquirí con curiosidad regresando la mirada hacia el frente en general. Esperando que alguno aplacara mi incertidumbre.

Alterd estaba en el asiento de copiloto al lado de Alisson, mientras yo me encontraba en el asiento de atrás al lado derecho del coche, Abid a mi lado. Las palabras de mi madre volaron a mi como recordatorio del cuidado que tendría que tener al ir a una fiesta de jóvenes en medio de un bosque.

No me daba mala sospecha de que algo de lo que nos arrepintieramos fuera a ocurrir, es más, me encontraba un poco ansiosa por socializar sacando mi integridad fuera de lo rutinario. Había hecho mis deberes con anterioridad para que mi madre me dejara ir con más tranquilidad. Aunque se había quedado un poco incómoda al saber que si me prohibía consumir alcohol, sus protestas tal vez no me importarían, porque por el ámbito social lo terminaría haciendo.

—Roma estás en una edad de autoconocimiento y sé que, por la bulla de los demás y la presión social uno hace cosas que no están en sus planes. No te voy a prohibir y regañar si llegas a consumir alcohol. Porque te dejé o no, lo que hayas allá es otra cosa fuera de mis manos, además, yo también fui joven y rompí las reglas. Más sin embargo, lo que si te puedo decir— sus manos acariciaron las mías— Sé que eres responsable y te cuidarás, aunque estés con tus amigos quiero que tú te cuides. Eres menor para consumir alcohol, por la ley, pero eso a ningún joven de ahora les detiene de consumir alcohol. Así que, por favor, Roma cuídate.

Sus palabras resonaron como eco por mi cerebro. Me sentía tan afortunada y agradecida de tener una mamá comprensiva.

—Queda muy cerca pero no sabemos que tan tarde llegaremos y no queremos regresar caminando— contestó un risueño Alterd.

—Somos flojos.

Alisson reiteró con una carcajada pequeña modelando su dentadura impecable. No tardó mucho tiempo el recorrido, apenas habíamos salido de la casa de los Moore, cuando los cuatro nos montamos al coche de la rubia y arrancó para ir a la fiesta. Eran las seis de la tarde. Abid al notar mi antigua incertidumbre me había dictado que como era en el bosque se hacían temprano, y las reuniones solían ser en grupos grandes, con una cálida ambientación de un buen DJ y jóvenes relajados como relajistas. Alisson aparcó en un estacionamiento lleno de autos con dueños ansiosos por divertirse. Encontró un espacio vacío y rápidamente corrió hacia el.

El motor del coche se apagó y todos bajamos. Reacomodé mi blazer color vainilla desabrochando el primer botón marrón. Abajo traía una blusa que dejaba ver mis hombros color ébano, un pantalón de mezclilla azul semiclaro que se ajustaba a mis piernas largas con un cinturón de tonalidad blanquecina y unos zapatos cerrados oscuros adornaban mis pies. Había maquillado mi rostro con un poco de base, corrector, blush y un delineado sencillo que hacía que mis ojos realtaran más.

—¿Ibas a fiestas en Seattle?— Abid se posó a mi lado mientras caminábamos por un sendero de concreto hacia el interior del bosque. Seguíamos a la pequeña filita de bullicio que iban hacia el bosque.

—Muy pocas. Te las puedo contar con mis dedos— contesté jovial— ¿Y tú?

—Mm... si pero no.

—¿Cómo está eso?

—Si me sé ambientar en fiestas pero a veces no me dan ganas de ir— aclaró.

—¿Por qué?— intercalaba la mirada de vez en cuando en sus ojos y el suelo que poco a poco dejaba el concreto atrás. El chico de sonrisa juguetona buscó la respuesta por unos segundos en su océano de recuerdos.

—Porque simplemente...

La voz de Abid se quedó en los lejanos puntos consientes de mi cerebro cuando avanzamos el camino integrándonos en el matizar de los frondosos y altos pinos. Y mi vista como si fuera guiada por un instinto primitivo que nacía de mí, miré con atención el puente de madera. Firme y viejo, el puente y sus soportes se mezclaban con las enredaderas de las raíces de los arboles como si con suplicio se estuvieran aferrando a él. Un recuerdo atinó en mi mente, cuando me desmayé el primer día de clases por pasar por la calle que daba a la entrada del puente, este puente. No sabía explicar porque era que no me había percatado de este detalle anteriormente. Un escalofrío me recorrió cuando un malestar desconocido me acarició, una pesadez en todo el cuerpo.