19. OSADÍA

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Te dije una vez que me pasé toda la vida amándote...

***

Entró en el edificio a primera hora de la mañana, absorto en sus pensamientos. Gaara le había dejado todos los informes sobre la mesa de la sala de reunión con sumo orden. Eso le gustaba, Gaara se mantenía distante a su situación algo que también le agradaba, no soportaba que la gente, su entorno, se compadeciera de él. Su secretaria apareció casi derrapando por uno de los pasillos perpendiculares a la zona de administración.

—Señor, tiene una visita —apostilló nerviosa—. Le dije que no podía pasar a su despacho, pero la señorita dijo que...

—No pasa nada —la vio de espaldas balanceándose en la silla confidente y no necesitó más explicaciones—. No importa, me ocupo de ella.

Entró en el despacho y la cabellera rojiza de Karin revoloteó al girar la silla. Se levantó con gesto de tristeza y se acercó a él con la intención de abrazarlo.

—No hace falta que finjas, Karin —le espetó—. ¿Qué quieres?

Ella soltó un suspiró mezquino y se volvió a sentar en la silla.

—Ver como estabas. Me enteré de que Sakura se ha ido y...

—Y dijiste, voy a consolar a Sasuke—se dejó caer en la silla y rio sin ganas—. Entiendo... Un detalle por tu parte si no fuera porque no me lo creo. ¿Qué quieres?

—¿Tendría que querer algo? —se rio suavemente hinchando el pecho como un pavo y haciendo que los botones de su camisa verde amenazaran con estallarle en la cara—. Repito que solo quería ver como estabas.

—Bien, Karin, estoy bien. Apuesto a que llamaste a Quimera e Ino te puso al día.

—Sí —se incorporó y se sentó en el canto de la mesa a su lado—. Sasuke... ¿Tanto me odias? No entiendo por qué te comportas conmigo de esa forma tan frívola—. Pasó los dedos por su mejilla—. Yo no te odio...

—No voy a comenzar una conversación que no irá a ningún lado —le dijo.

—¿Crees que volverá? —acarició su pecho por encima de la camisa. Sasuke seguía su mano de reojo—. ¿Qué opinas...?

—No lo sé. Es un riesgo que todos corremos, incluso tú.

—¿Me quisiste alguna vez, Sasuke?

—Karin...

Se inclinó hacia él y lo miró con deseo, su pelo brincaba al ritmo de sus movimientos.

—Tan poco estuvo tan mal Sasuke, éramos más jóvenes, cierto, pero tú siempre mantuviste la esencia de tu carácter, aun teniendo veinte años eras lo que ahora eres... Por eso me excitabas tanto, por eso me entregué a ti como en mi vida.

La cogió por el brazo y la miró fijamente a los ojos.

—Karin. No pierdas más tiempo —musitó con suavidad.

—Igual no vuelve, maldita sea...

—No me importa —sonrió y la pasó la mano por la cara—. Hay un error inmenso cuando una mujer se entrega por «morbo» Karin, que nunca llega a estar a la altura de lo que intenta ofrecer —se acercó a su oreja y entreabrió los labios—. Como en tu caso... —susurró.

Lo miró con rabia y sus ojos empezaron a destellar.

—Nadie te querrá como yo —se incorporó y se dirigió a la puerta—. No lo olvides nunca, Sasuke.

Salió empujando a Naruto que venía por el pasillo. Sasuke se reclinó en la silla y miró los papeles de su mesa, se levantó y se aproximó a la ventana.

—¿Todo bien? —le preguntó en la puerta.

—Todo bien —musitó sin apartar la vista de la calle y el estruendo de los coches.

Se quedó solo y cerró los ojos. Recordó el día que estando en esa misma ventana la podía ver sentada en la terraza de enfrente, mirando el teléfono, haciendo tiempo para subir a verlo, su cabello rosado brincando con la brisa, su nerviosismo, su sonrisa. Recordó un poema que de niño leía a menudo.

—«Otras me amaron más y sin embargo...» —recitó melancólicamente— a ninguna la quise, como a ella... «

La iniciación (SEGUNDA PARTE: LA VENGANZA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora