Y pasa lento... Sin embargo, recuerda lo que te dije...
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Llevaba casi un mes alejada de él y sufría su ausencia más de lo que había creído. Las calles de Florencia atestadas de turistas eran el lugar perfecto para perderse sin que nadie interrumpiera con preguntas inadecuadas sus largos paseos, sus meditaciones, sus horas de soledad observando los preciosos monumentos y edificios que tiempo atrás siendo niña había conocido por primera vez. Ni una sola llamada de él, no era que deseara que lo hiciera, quizá así era todo más sencillo sin embargo no podía dejar de mirar el teléfono con la idea de que en algún momento sonara y escuchará su voz al otro lado del aparato. Sin embargo, Sasuke parecía respetar su decisión, al menos la necesidad de pasar un tiempo sola, pensar en todo lo que había pasado y si en algún momento decidía volver que fuera porque ella así lo había querido. ¿Cómo podía ser tan duro? Quizá estaba equivocada, quizá era cierto lo que Shikamaru decía y Sasuke tan solo había hecho lo que ella le pidió, a fin de cuentas, no la hubiera dejado bajar las escaleras y mostrarse de aquella manera ante su padre, solo era una prueba, una más de todas las que día tras día había pasado con él. ¿Qué haría? ¿Sufriría su ausencia igual que ella? Para qué negarlo, observaba las parejas sentadas en alguna pequeña mesa de las diminutas terrazas, sus miradas cariñosas y sus palabras tan habituales y no le hacían sentir nada. Si, podrían quererse mucho, jurarse amor eterno en una ciudad tan romántica como aquella, decirse bonitas cosas, amarse como todos los mortales y ¿para qué? ¿Acaso su forma de amarla era peor que aquella?
Durar todo puede dudar menos o más sin ser lo políticamente correcto...
Sakura observó los ojos de uno de los jóvenes más cercanos a ella, sujetaba con cariño las manos de su pareja, la sonreía, quizá le estaba diciendo que la quería. Se quedó pensativa unos segundos saboreando su café y sonrió. Ni siquiera los ojos de aquel hombre reflejaban la pasión que Sasuke era capaz de demostrar con ella muchas veces. No, no la veía, no veía ese amor tan desequilibrante, esa necesidad de decirla tantas cosas que no sabía expresar con palabras y lo hacía con sus ojos, como si estuviera a punto de acabarse el mundo y solo tuviera unos segundos para decirle todo lo que sentía. Por momentos se vio tentada a coger su móvil y llamarle, posiblemente su hermano no la llamaba por qué él se lo había pedido, porque Shion les había tranquilizado, pero necesitaba oír su voz, en aquella terraza, en aquel mismo momento, casi frente al suntuoso baptisterio junto a la catedral de Fiore, a más de mil kilómetros de él, se dio cuenta que ella jamás le había dicho que le quería de la misma forma que Sasuke lo había hecho con ella.
Y soñó con él. La noche que entró en su casa, la forma de hacerla suya de aquella manera tan desequilibrante. Sintió de nuevo el pavor al notar su presencia en la habitación, su peso sobre ella mientras le susurraba que nada podía hacer, que ahora todo cambiaría. Sakura despertó de madrugada sudando y respirando a gran velocidad, miró el reloj, tan sólo había dormido un par de horas y parecía como si la noche no tuviera fin. Su teléfono parpadeaba, lo cogió apresuradamente y leyó el mensaje de texto:
«Saku, por favor llámame es urgente». Marcó el número de su hermano y al oír su voz se le abrió el mundo.
—¡Saku! ¿Estás bien? —su voz era ansiosa y desesperada.
—Estoy bien, Naruto, solo necesito pensar...
—Vale, respeto lo que haces, siento mucho todo lo que ha pasado Saku pero por Dios, no puedes irte así...
—¿Cómo está él?
Se hizo un leve silencio y lo oyó suspirar.
—¿Cómo quieres que esté? Saku, hace una semana que no sé dónde está. Me dejó todas las cosas importantes del trabajo y desapareció. Dime que está contigo o me va a dar algo.