12. DE VUELTA A CASA

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Y que Dios me perdone por lo que voy a hacer...

***

Neji la miró con cortesía y le profirió una sonrisa enternecedora. Le tomó la mano y la besó, sus ojos denotaban calma y serenidad.

—A tus pies Sakura —le susurró frente a la puerta de entrada—. Ha sido un placer conocerte.

Estaba lista para irse, portaba en la mano su pequeña maleta de viaje.

Sai la estrechó con fuerza entre sus brazos.

—Suerte muñequita. Espero que todo te salga bien. Ha sido un honor poder participar en esta prueba que tú misma te has impuesto.

—Gracias

Que irónico pero que gran lección que siempre habían repetido en Quimera, eran hombres normales, podían tener familia, hijos, una vida plena y sencilla, incluso un carácter tierno y apacible y, sin embargo modificar esa parte de ellos, cuando ejercían su papel. Esa era una de las cosas que había visto con sus propios ojos esos dos días. Los verdugos que la habían aterrorizado aquella noche estaban frente a ella, como dos seres maravillosos y la despedían deseándola lo mejor.

—Yo también de conoceros y espero volver a veros de verdad...

Estaba agotada pero ansiosa, Sai había llamado a la casa y sabía por él que Sasuke no sería quien la recogiera, vendrían su hermano y Kiba. Por una parte lo agradeció, estaba tan agotada que necesitaba unos minutos de respiro antes de verle de nuevo. Cuando el coche pitó más allá de la puerta de forja corroída se apresuró a atravesar los amplios jardines a paso ligero, Kiba estaba de pie junto al coche, llevaba unas gafas de sol, unos pantalones de traje impolutos y una camisa blanca. No se pudo contener, tiró la maleta en el suelo, saltó a sus brazos como una niña que acaba de ver a su madre por primera vez en meses y rodeó su cintura con las piernas. Empezó a besuquearlo insistentemente.

—¡Cómo me alegro de verte, Kiba! —gimoteaba.

Kiba estupefacto casi perdió el equilibrio mientras Naruto permanecía en el coche con los ojos abiertos como platos.

—¡Cómo te quiero! ¡Cómo te quiero! —decía ansiosa.

—Ay... Dios... que nos la han cambiado —la apartó descolocado y la miró—. ¿Estás loca? ¿Pero qué demonios...?

—Kiba... Estás aquí... Estás aquí...

La bajó del cuello intentando mantener la compostura. Frunció el ceño y Sakura se enroscó a su cuello otra vez.

—¿Quieres subir al coche pesadita? Se ha vuelto loca...

Otra vez la descolgó de su cuello y la empujó delicadamente hacia la parte de atrás, Sakura entró y se aferró con la misma intensidad a su hermano que saltó por entre los sillones delanteros para sentarse con ella.

—Sak... Mi amor... ¿Cómo estás? —la abrazó con fuerza.

—Bien... Tranquilo todo está bien... ¿Y Sasuke?

—En casa cariño —dijo—. Estuve a punto de venir por ti ayer de madrugada... No... no estás mal, ¿no?

—Estoy bien, Naruto. De verdad. No te preocupes.

—Nos ha jodido —Kiba se dio la vuelta y se quitó las gafas—. ¿Qué? ¿Yo de chofer? Pasa para adelante, Naruto.

Durante parte del trayecto Sakura rodeó el asiento del copiloto para abrazar a su hermano, Kiba la miraba de reojo algo descolocado y de vez en cuando ella le besaba la mejilla antes de darle tiempo a quitarla de encima. Era increíble. Hasta ese momento no tenía ni la menor idea de lo mucho que los quería a todos. Su hermano de vez en cuando la miraba extrañado como intentando comunicarse telepáticamente con ella. Estaba eufórica, feliz por verlos de nuevo, ansiosa por llegar a casa y ver a Sasuke sin embargo, sentía temor por el momento., todavía quedaban dos días y no tenía ni idea de lo que la esperaba. Posiblemente se derrumbaría, habían sido dos días terribles, pero en ese momento estaba acelerada y emocionada. ¡Les había echado tanto de menos a todos!

—¿Te ha dicho algo de mí? —le preguntó a su hermano.

—Nada. Ayer llegué a casa después de iros todos y estaba encerrado en el despacho. Esta mañana hizo lo mismo...

—No deberías hablar tanto —Kiba lo miró de reojo.

—No sé más que ella Kiba. ¿Qué más da?

—Os eché mucho de menos...

—Saku... Para esto ya... Te lo pido, te lo imploro...

Sakura se inclinó hacia atrás y frunció el ceño.

—No... No quiero. No puedes pedirme eso. He llegado casi hasta el final, ¿sabes lo que significa para mí conseguirlo? ¿Demostrar que soy capaz de todo lo que me imponga?

Naruto miró a través de la ventana y se frotó los ojos, exhausto.

—Es una locura... —susurró—. Una maldita locura que no va a acabar bien.

—¡Ayer me trataron como en mi vida! —se sentía confusa y ofuscada—.Y lo soporté, llegué aquí muerta de miedo y sola pero también pasé por ello.

Naruto meneó la cabeza negativamente.

—¡Pijadas psicológicas! ¿No te das cuenta que está mermando tu cabeza para asestarte un golpe final?

—¡Basta! —Kiba frenó el coche de golpe y lo metió formando una nube de polvo en el arcén—. Baja del puto coche conmigo ahora mismo —le espetó a Naruto—. ¡Ya!

Bajaron del coche y se metieron casi en mitad del campo. Los observó discutir acaloradamente durante minutos, su hermano se frotaba la cabeza y daba vueltas sobre sí mismo haciendo círculos mientras Kiba parecía echarle en cara algo. Al regresar, ninguno abrió la boca el resto del viaje, Sakura no tardó en quedarse dormida del agotamiento.

La iniciación (SEGUNDA PARTE: LA VENGANZA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora