Volvemos a casa y aún queda mucho que hacer, mucho que vivir y mucho que sufrir.
***
Naruto recogió la maleta y miró el reloj. Eran casi las siete de la mañana, a las nueve saldría el avión de regreso a España. Se apresuró por el pasillo y subió a la planta superior. Llamó varias veces a la puerta hasta que Sai asomó con gesto de enfado, medio desnudo.
—Joder... ¿Acaso no has dormido en toda la noche?
Miró a su alrededor, no vio nada fuera de lugar, había un orden casi exagerado en toda la habitación, pero se acercó a la cama mientras Sai se frotaba los ojos y descubrió un fino pelo rubio demasiado largo para ser de él.
—Te pillé... Por eso estas con esa cara de agotamiento... ¿Dónde está la chica?
—No sé de qué me hablas...
—Venga... Me cuelga de los dedos un cabello de medio metro —lo balanceó y sonrió—. Confiesa...
—La mandé a su hotel en un taxi a las cinco de la mañana. Una tontería...
Naruto abrió los ojos como platos y saltó sobre la cama en dirección al otro lado de la habitación.
—¡Qué me parta un rayo! —se inclinó sobre la alfombra y afino la vista—. ¿Esto no será...?
—Se mordió el labio —frunció el ceño mientras se acercaba a él—, deja de sacar conclusiones precipitadas... No he hecho nada realmente perverso con ella.
Naruto se incorporó desconcertado y se dejó caer en la butaca más próxima.
—Vamos, no hay tiempo que perder, tenemos aún que atravesar la ciudad hasta llegar al aeropuerto —soltó un resoplido— y todavía tengo que llamar a Kiba para que trasmita la «buena nueva» en la casa... Creo que no le va a gustar, tendré que oír sus juramentos hasta que baje del taxi.
Una hora más tarde ya estaban rumbo hacia el aeropuerto internacional. Francesco Redi, la carretera que comunicaba Perentola con la ciudad, estaba abarrotada de coches y camiones a esas horas. Sai mantenía la vista perdida mientras escuchaba discutir a Naruto por teléfono con Kiba.
—¡Vamos, Kiba! Celebrarán otra en Quimera. Díselo al resto y no hagas un drama de una tontería —silencio—. Está bien, me alegro de que este mejorando —pausa—. Perfecto. Nos veremos en unas horas.
—¿Cómo le ha ido a Ino estos últimos años?
Naruto sonrió sin apartar la vista de la ventana.
—Le ha ido. Lo ha pasado un poco mal cuando conoció a Sakura pero afronta la situación bien, la quiere. Es importante —se frotó la barbilla—. Será una sorpresa para todos verte después de tanto tiempo. Temari es una niña muy especial, tiene la maldad de Karin sin pulir —soltó una risa suave y meneó la cabeza negativamente—. Odia profundamente a mi sumisa, es celosa y caprichosa, me encanta su carácter de mujer en un cuerpo de niña.
—Si le pasara algo a Jiraiya...
—No digas eso. Jiraiya aguantará muchos años más.
—No me malinterpretes, Naruto, no digo que le tenga que pasar nada, simplemente preguntó si os habéis planteado esa posibilidad.
—Hace unos años tuvo un amago de infarto y nos reunimos. Sé por Sasuke que tiene todos los papeles arreglados por si eso llegara a ocurrir.
—Argas ha hecho lo mismo. Me lo comunicó hace tiempo en una de sus visitas a Suiza. No pretenden que su patrimonio mengue en abogados y notarios por no dejarlo todo arreglado —se peinó los cabellos con la mano y movió la cabeza—. No tiene familia, sólo hace referencia a una prima lejana que vive en Dublín y un par de sobrinos políticos en San francisco. Les deja lo justo para que no tengan que preocuparse más por trabajar. Todo lo demás...
—Te lo da a ti, ¿verdad?
—Nunca me ha interesado su dinero.
—Lo sé.
—Me pasé varios meses buscando a más familiares, pero o fallecieron sin hijos o sus bastardos no tienen su apellido y no lo sabe. Ha sido un hombre que vivió locamente, estoy seguro de que su línea de sangre se extiende más allá de cualquier frontera —rió con sarcasmo—. Divide el patrimonio entre Neji, Ivanov y yo.
—Algo parecido pasa con nosotros, reparte las empresas entre todos, las acciones las entrega integras a Ino, también las propiedades se las deja a ella, pero la casa y la finca queda en manos de Sasuke para uso y disfrute del resto. No quiero imaginarme ese momento.
***
Durante el resto del viaje se cernió un silencio casi incomodo entre ambos. Llegaron a la terminal y tras facturar las maletas decidieron pasar a la zona VIP. Allí estaba Sasuke enfrascado en su lectura matutina de prensa, con un refresco enorme en un extremo de la butaca espatarrado como un adolescente. Sakura no tardó en aparecer por una de las puertas del aseo. Sai no pudo disimular la necesidad de repasarla cuando atravesó la sala con aquella diminuta faldita de punto y una camisa a juego en tonos verdes. Sasuke lo miró fijamente y meneó la cabeza con sorna.
—Voy a ir a comprar un libro para el viaje. ¿Os traigo algo?
—No gracias muñequita —dijo con malicia. Sakura sintió una leve incomodidad que no pudo disimular ante él—. Muy amable...
—La pones nerviosa —Sasuke observaba alejarse a Sakura a través de los cristales de la sala—. Mucho...
—No tengo el carácter explosivo de Kiba, debe estar muy acostumbrada a defenderse de todos por lo que pude analizar en ella.
—No lo sabes bien —contestó Naruto.