Jamás me subestimes...
***
Depositó la pequeña maleta sobre la cama del hotel y se acercó a la ventana. Era maravilloso respirar ese aire tan puro en aquel diminuto pueblo que descansaba en todo su esplendor sobre las colinas. Lo había elegido por su encanto arquitectónico, sus murallas, el enorme anfiteatro donde en verano solían realizar espectáculos medievales. Su cercanía a Florencia y porque él ya había estado allí muchos años atrás. En el mismo hotel, quizá en la misma habitación, aunque no lo recordaba con claridad pero sin ella. Ahora la observaba caminar por el suelo tapizado en una alfombra gris perla, con un pequeño vestido blanco que había puesto tras cambiarse, su cabellera revuelta por la brisa del viaje y sus pequeños pezones rozando suavemente con la fina tela de algodón veraniego. No era la época, aun así, hacía demasiado calor para ir de otro modo. Avanzó hacia el interior de la habitación, cenarían posiblemente en alguna pequeña terraza cercana al hotel, pero antes la mecería entre sus brazos con la intención de calmar el dolor que estaba a punto de sentir. Porque era necesario, una vez más...
—Sakura —se acercó a la butaca de piel flor oscura y se sentó con elegancia. La camisa se abría juguetona y su eterna cadena de oro brillaba contra su piel canela—. Ven...
Se aproximó radiante frente a él y se acuclilló entre sus piernas. Le regalo una sonrisa enigmática y fue en ese momento cuando vio con claridad que no iba a equivocarse aquella noche.
—Ahora no quiero tus mentiras —la espetó—. No quiero oírte decir que todo pasa y que entiendes y comprendes cada cosa que te he dicho como siempre.
—No entiendo a donde quieres llegar —desvió su mirada en dirección a algún lugar del suelo y dudó.
—Si te he repetido todo este tiempo que te conozco demasiado bien no juegues con mi inteligencia... No soy idiota, princesa... Ahora eres mi esposa, tú lo has querido así, aún rota por el daño que te hemos ocasionado has sonreído en menos de dos días y no ha salido de ti ni un reproche. Deja de mentir ya y enséñame de una vez lo que llevo buscando todos estos años. Dame una carta para mi siguiente jugada o seré yo quien la saque...
Sakura apretó las mandíbulas con fuerza y apartó el pelo de su frente. Sus ojos estaban vacíos y su mirada era fría como nunca.
—Eres un hombre inteligente no lo dudo...
—No lo hagas.
—Y no dudo que sabes perfectamente lo que has hecho en todo este tiempo... —hizo una pausa y dejó caer sus rodillas sobre la alfombra rozando con sus dedos la entrepierna de Sasuke—. Ya no tengo miedo al que vendrá...
—Ahora estás casada conmigo.
Soltó una suave risita y jugueteó con el dedo entre su bragueta y la piel de su estómago. Sasuke la cogió la muñeca y la acercó hacia él.
—Se me agota la paciencia... Creí perderte cuando te fuiste, pero has vuelto demasiado rápido a mi lado y eso me ha recordado que si te escogí no era por lo maleable y sumisa que podías llegar a ser...
Lo miró enfurecida y le devolvió nuevamente una suave sonrisa forzada.
—He pasado tus pruebas... ya no tengo miedo... no tengo vergüenza, no me siento ridícula con la posibilidad de alguna situación que puedas —Sasuke levantó las cejas y la sonrió con un gesto que la invitaba a seguir hablando—. Prepararme...
Casi sin darla tiempo a reaccionar le dio una bofetada que la tiró sobre la alfombra.
—Sigues mintiéndome...
Sakura se apartó el pelo de la cara y lo miró tumbada de lado sobre sus brazos.
—No te lo voy a poner fácil...
