Ninguno de nosotros somos nada sin vosotras. Nuestro poder aumenta con vuestra gratitud.
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Kiba derrapó por el pasillo de la casa y se estrelló contra uno de sus perros. Maldijo en varios idiomas y aterrizó sobre el teléfono fijo que no paraba de sonar.
—¿Ino? —dijo aceleradamente —. ¿Todo bien? Joder, menos mal...sí... dos días más, bueno me parece normal que quieran que quede un poco más, es una medida de prudencia. Iré a buscarte. Dame veinte minutos.
La noticia de que Jiraiya empezaba a mejorar le llenó de júbilo, Shion había salido a primera hora de la mañana para pasar el día con sus padres, empezaba a ponerse nervioso. No sabía dónde estaba Naruto, Sasuke no daba señales de vida y Gaara había regresado con su hermana al pueblo con la intención de solucionar el momento estelar con su padre. Cogió la chaqueta del traje del perchero de pie y salió al jardín, el día parecía mejorar y una tenue brisa de mayo le golpeó la cara despeinando sus finos mechones castaños. Los sábados a esa hora la autopista estaba medio vacía así que no tardó en llegar al Hospital y ver a Ino sentada en uno de los peldaños que conducían a la puerta principal. Se compadeció de ella, de su tristeza, del agotamiento que reflejaba su mirada y bajó del coche.
—Vamos, niña —le dijo acercándose—. Sube al coche, te llevaré a tomar un desayuno decente y vendrás a casa a descansar.
La joven se levantó y le sonrió sin ganas.
—Estoy tan cansada....
La abrió la puerta del coche y pocos minutos después entraban en una cafetería bastante coqueta.
—¿Sabes algo de Sasuke y Sakura?
—No —la contestó—, pero no creo que tardemos en saber algo, Naruto a desaparecido y eso me dice que algo se está cociendo, conociéndolos.
—Me alegraría mucho que fuera así Kiba —notaba su cansancio en cada palabra que salía de su boca—. Llévame pronto a casa. Necesito darme una ducha y descansar.
—Come primero, has bajado mucho peso.
Cuando llegaron a casa, se quedó profundamente dormida en la bañera, fue Kiba el que la despertó casi una hora después. La ayudó a salir y la rodeó con una toalla.
—Quédate conmigo —le pidió mientras comenzaba a dormirse en la cama. Luego se hizo la nada.