Aunque no te lo creas, mi amor, existe una historia casi tan hermosa como la nuestra. Quimera guarda demasiados secretos y entre ellos...todos nosotros.
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Jiraiya fue trasladado a casa a primera hora de la mañana. Pasó gran parte del día hablando con Kiba y Sasori, poniéndose al día de todo lo acontecido. Mando subir un ordenador a su habitación, varios libros de la biblioteca y puros. Ino no dejaba de recriminarle que debía guardar reposo y no fumar, pero el hombre estaba tan animado por la noticia de la boda de Sasuke y Sakura que apenas prestaba atención a su hija.
—Debe hacerse en Quimera —decía una y otra vez—. En los jardines, con nuestros amigos y mejores clientes. ¡Ah, tengo que mandar tantas invitaciones!
—Padre, estás débil todavía... —Ino le colocó la mesa supletoria con ruedas en un lateral de la cama y extendió la encimera hasta sus piernas—. No creo que sea conveniente este trajín.
—Vamos, vamos. Estoy de maravilla. ¿Cuándo llegan?
—No tardaran mucho —dijo Sasiro—. Han aterrizado hace media hora, no creo que les lleve más de una hora estar en la finca.
—No vienen solos Jiraiya —Kiba que estaba apoyado en el aparador metió las manos en los bolsillos y se encogió de hombros.
—¿Ah, ¿no? —dijo Jiraiya—. ¿Quién viene?
Ino salió de la habitación al oír el teléfono y Kiba aprovechó ese momento y cerró la puerta.
—Sai está con ellos; Sasuke le pidió ser su testigo en Florencia, sé que primero pasará por la casa de Sai pero tiene intención de venir a la finca a hablar contigo.
Jiraiya apretó los labios y se revolvió en la cama. Pestañeó pensativo y volvió a mirar a Kiba.
—Eso sí es una sorpresa —dijo meditativo.
—No sé lo que pasó con él, Jiraiya, entiéndeme. Ni siquiera sé qué pudo hacer para desaparecer de la finca, es un tema que...
—Eso no tiene importancia ahora hijo. Sai será bien recibido.
Sasori se acercó a la cama y se sentó a su lado.
—Jiraiya, ¿qué fue lo que paso?
El anciano se inclinó hacia atrás y colocó la cabeza en el almohadón de satén y encaje. Parecía perdido en sus pensamientos, tenía el rostro algo tenso y se frotó la fina perilla blanquecina.
—El muchacho llegó de Suiza a través de Argas. Estaba destrozado, su novia de la Universidad se suicidó varios meses después de irse él y toda la familia se lo ocultó. Habían roto; Argas me contó que una noche Sai se sobrepasó excesivamente con ella, la muchacha sufrió muchísimo, era introvertida, le hizo daño y él intentó no hacerla sufrir más y rompió la relación. Se tomó un bote de pastillas y la encontraron varios días después. No lo superó nunca. Aquí estaba desquiciado, ustedes coincidieron alguna vez con él...
—Sí —musitó Kiba—, pero jamás dio a entender que tuviera ningún problema de ese tipo.
—Cierto, es lo que le caracteriza, que nunca parece lo que realmente es, ni para sus virtudes y lo que es peor, ni para sus defectos.
—¿Pero ¿qué le hizo abandonar Quimera?
—Estaba descontrolado, pero no como Sasuke, que se le veía venir... A él no pude ayudarlo —hizo una pausa y carraspeó—. El pasado es el pasado hijos, dejemos los fantasmas de esta finca y continuemos nuestras vidas.
Sasori miró a Kiba algo descolocado.
—Jiraiya —dijo Kiba al fin—, no estás diciendo todo lo que pasó.