La hora ha llegado

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Al llegar justo en el filo de la gradería frente a nosotros un pasaje bajó con fuerza. Provocando que mi convicción de que esto podría tener un final feliz se fuera a la mierda.

Ante nosotros se alzaban de pie con imponencia Gea, Erebo, Cronos y Atlas. Inconscientemente di un paso hacia atrás. «Deja de temerle» dijo mi conciencia «¡Enfrenta tus malditas debilidades!» gritó haciéndome empuñar la espada con más fuerza permitiendo que mi convicción de victoria regresara.

—Vaya sorpresa— Gea rio —Aunque no tan sorpresa ya me lo esperaba— suspiró —Mi querido hijo tuvo razón— fruncí el entrecejo —Cronos tu plan ha funcionado—.

—¿Qué? — fue lo único que pude decir.

—No sé porque creí que en verdad te habías arrepentido— Zeus negó.

—Hera te he dicho que yo se jugar mejor ¿no? — él ladeó una sonrisa. Fruncí el entrecejo hasta que algo hizo click en mi cabeza a lo que imité su sonrisa.

—Lo sé papá eres un completo idiota— negué dándole vuelta a la espada en mis dedos. Zeus y Thanatos me vieron como si estuviese demente.

—Oh— escuché a Ares chasquear la lengua supongo que ya había entendido la situación a excepción de Zeus y los demás.

—No hay como reunir a la familia ¿no? — Gea sonrió —Es... ¿cómo decirlo? — suspiró —¿Algo sano? — rio.

—Es un gusto el volverte a ver Hera— Atlas dijo con voz seductora —Sigues igual o podría jurar que mucho más hermosa que antes— guiñó su ojo. Tomé el brazo de Zeus quien dio un paso hacia adelante.

—Y tú sigues siendo un maldito asno— le vi con asco —¿Estás listo para que te despedacemos el trasero? — sonreí y este tensó su mandíbula.

—Oh vamos están solos ríndanse de una maldita vez— Erebo invocó a sus pestilentes criaturas.

—¿Ahora te has unido a Gea? — Thanatos preguntó con burla. El suelo comenzó a temblar dando aviso que los gigantes regresaban —¿Tan desesperado estás? — Gea alzó su mano deteniendo a la bandada de gigantes que comenzaron a aparecer por el graderío.

—Oh vamos niño— Erebo chasqueó la lengua —Gea cumple con su misión de venganza y yo me quedó con el Olimpo como desde un principio debió de ser— caminó hasta un costado.

—¡Ese no fue el maldito trato! — Gea elevó la voz viéndole mientras las bestias comenzaron a rodearnos.

—Vaya lo que faltaba— Ares suspiró.

—Oh vamos Gea ¿crees que daría mi brazo a torcer? — rio —El Olimpo será mío, ni los dioses olímpicos regresaran mucho menos los asquerosos titanes— ladeó una sonrisa —Solo necesitaba utilizarte hasta llegar aquí y lo he logrado—.

—Esto está mejor que cualquier novela mundana de las que el tío Egan ve— Ares dijo con emoción y yo le vi con enojo este solo rodó los ojos.

—Entonces tendremos graves problemas— Zeus rio con picardía —Porque a ninguno de ustedes malditos hijos de puta voy a entregarles lo que me pertenece— el rayo en sus manos se incineró —Voy a asesinar a cada maldito hijo tuyo con tanta satisfacción querida abuela— ladeó una sonrisa.

—¿Tu y quienes más? — Gea rio.

Pasajes comenzaron a bajar tras nosotros con tanta fuerza que alguna de las bestias de Erebo que nos rodeaban fueron destruidas. Sonreí con emoción hasta las lágrimas viendo aparecer a más dioses y soldados de Zeus. Algunos rostros conocidos se hicieron presentes mientras otros no tanto. Pero en este punto toda ayuda era buena.

Hera: La caída del sol y el rayo © Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora