Ella ya no es mi madre

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Recorrí los pasillos tratando de encontrar el salón principal, ¿cómo había podido ser tan idiota? ¡No conocía este maldito lugar! Caminé y seguí caminando hasta encontrarme con el pasillo que estaba frente al jardín ¡creo que era por aquí!

—¡Ella solo te causa problemas! — escuché una voz femenina.

—¡Cierra la maldita boca! — era la voz de Zeus el cual gritaba molesto. La puerta estaba medio abierta así que me quede ahí escuchando.

—No sé cómo puedes soportarle— me asomé viendo a Metis —Te miente y te oculta cosas constantemente, nunca valora lo que haces por ella — mi pecho dolió —¡Sé que has tenido que sacrificar mucho por ella y a ella ni siquiera le importa! — elevó la voz.

—Metis basta— dijo Zeus —Le he lastimado más veces de lo que me he portado bien con ella— murmuró —Y quiero enmendar todo—.

—¿Oh vaya de pronto quieres hacer las cosas bien? — le escuché reír —Hemos follado muchas veces y cada vez dices que es la última— mi respiración se estancó —¡Yo debí de ser tu esposa y no esa maldita bruja caprichosa! — gritó provocando que mi furia enardeciera mucho más.

—¡No vuelvas a referirte así de ella! — Zeus gritó—La próxima vez que lo hagas voy a convertirte en cenizas— le amenazó.

—¿No sientes nada por mí? — ella preguntó —¡Dímelo! —.

—No me hagas esto— musité «Está en todo su derecho» Gea «Tú no solo le amabas a él» —Cierra la boca— sollocé y ellos callaron, parpadeé dándome cuenta de mi error.

Tragué saliva, limpié mis ojos con rapidez y abrí la puerta, Metis se alejó unos pasos de Zeus y este me dio la espalda, él lucia imponente enfundado en su armadura, más una capa carmesí caía por su espalda, a decir verdad, hacia demasiado frio, pero por la adrenalina que corría por mis venas le había pasado por alto.

—¿Ya ha acabado tu paseo? — Zeus preguntó revisando unos papiros sobre la mesa —Tú ya puedes retirarte— le dijo a Metis la cual hizo una reverencia y me vio con ira más yo solo quería cortarle la cabeza. Ella se fue dejándonos solos.

—Zeus yo lo...—.

—No vuelvas a llevarte a mi hija— habló sin siquiera verme —Si sale lastimada por tus malditos arranques voy a asesinarte— el nudo en mi garganta estaba ahogándome. Él tenía razón nadie podía estar a salvo a mi lado, ni siquiera era capaz de protegerme a mí misma —Le has hecho daño a Ares— parpadeé con las lágrimas atoradas en mis ojos —Rompiste una de sus costillas— llevé mi mano hacía mi boca negando.

—Tal vez ellos estuviesen mejor con Metis, si le hubieses escogido a ella tendrías una mujer fuerte e incondicional a tu lado— «¡Hera cállate!» dijo mi conciencia —Y no una maldita buena para nada— él se quedó quieto. Alzó su mirada de la mesa más no giró —¿Por qué hemos seguido persistiendo el estar juntos? — pregunté entre dientes, él ladeó su rostro —Si ambos nos hemos comportado como un par de idiotas lastimándonos— sollocé —¡Gea tiene razón estarías mejor con otra que no sea yo! — grité y él se dio la vuelta rápidamente.

Me acerqué a él hecha una furia, no por Zeus si no por mí misma.

—¿¡Porque amas a esta maldita bruja!? — grité golpeando su pecho —¡Solo ódiame y vete! — le empujé —Trato de enmendar las cosas, pero el pasado sigue persiguiéndome— caí de rodillas al suelo —Solo soy una maldita carga para ti— grité entre llantos.

—Mamá— Hebe gritó corriendo hacia mí —Lo prometiste— sollozó —Dijiste que todo estaría bien— me abrazó.

—Papá— escuché la voz de Ares, solo quería que la tierra me tragase «Si sale lastimada por tus malditos caprichos voy a asesinarte» «Le has hecho daño a Ares, rompiste una de sus costillas» Tomé mi cabeza entre mis manos negando.

Hera: La caída del sol y el rayo © Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora