Moiras

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—¡Ah! — jadeé —Po-Poseidón detente— mascullé agitada.

—Vamos un poco más— gruñó de forma agitada —Voy a hacerlo otra vez— alguien se aclaró la garganta.

—¿Acaso ya se escucharon? — Zeus preguntó en una mueca —Parece que están follando— entorné mis ojos. Llevé mi mirada hacia a Hades, Helios y Heracles quienes nos veían divertidos. Poseidón terminó de sujetar con más fuerzas las correas de mi coraza sacándome otro jadeo.

—Los únicos que lo han pensado han sido ustedes así que cierra la boca— Poseidón terminó de acomodar mi coraza —Y tu deberías de buscarte una maldita coraza más grande tus hermosas tet...—.

—¡Poseidón! — grité evitando que dijese su típico comentario sobre el tamaño de mis pechos —Además tu sabes que no me escucho así cuando lo hacemos— tomé el mentón de Zeus acercando su rostro al mío dándole un beso.

—Qué asco basta— Poseidón se alejó haciéndonos reír. Un aleteó se escuchó dejando ver a mi padre detrás de nosotros.

—Basta de juegos, no hay tiempo— dijo evitándome —Van con las Moiras ¿cierto? — preguntó.

—Sí, ellas son las únicas que saben dónde encontrar a Moro— Zeus respondió.

—¿Moro? — pregunté.

—Es el dios del destino, la suerte y la condena— Zeus respondió—Y es al único dios al cual tengo que someter mi voluntad y mi poder— abrí los ojos con asombro —Por lo que el único que puede enfrentarle es...—.

—Yo— escuché esa tan conocida y maliciosa voz a nuestras espaldas.

—¿Caos? — mascullé buscándole con la mirada, pero no le vi, regresé mi mirada al frente viéndole con una amplia sonrisa a escasos centímetros de mi, lo cual me sacó un respingo —Pero ¿cómo? — pregunté confundida —Eres el padre de todo ¿no? — empujé a Caos para ver a Zeus —¿Qué tan poderoso es? —.

—Mi amor hay cosas que sobrepasan mi autoridad e incluso mi poder— tragué saliva —No sé por qué estúpidamente se nos da ese título— frunció el entrecejo —Caos es el verdadero padre de todo— Caos se regocijo —Y los atributos de Moro son mucho más poderosos que los míos—.

—Oh por los dioses— musité sorprendida.

—Yo solo soy el padre de los dioses y los hombres— tomó mi mano —Gobierno a los dioses del Olimpo y quienes me reconocen como su soberano— ladeé una sonrisa —Y por supuesto cuido de los humanos— asentí.

—Entonces ¿Caos vendrás con nosotros? — pregunté viéndole.

—Si amor mío, no tienes por qué preocuparte, aquí estoy para ti— Caos guiñó su ojo haciéndonos suspirar a todos con cansancio —Y a parte de todo esto, siéntete feliz de que vas a conocer a tu tío— fruncí el entrecejo.

—¿Qué? — volteé hacía Thanatos.

—Caos cierra la maldita boca— la mandíbula de Thanatos se tensó.

—Oh vamos no le hables así a tu abuelo— dijo Caos.

—¿Abuelo? — Zeus preguntó confundido.

—¿Qué carajos? — Hades masculló con asombro.

—No me puedo ir de aquí sin saber con quién carajos es que iremos— me acerqué a Thanatos —¿Caos quien carajos es mi padre? — pregunté volteando hacía él.

—No te entrometas— Thanatos frunció el entrecejo.

—Tu padre— Caos sonrió con malicia —Es hijo de Nix y Erebo dos de mis primeras creaciones— mi boca se abrió en sorpresa «¿los abuelos son creaciones suyas?» tragué saliva.

Hera: La caída del sol y el rayo © Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora