¡Están vivos!

343 22 7
                                    

—Tranquila, respira— una arcada más vino hacía mi mientras Zeus sostenía mi cabello.

—Lamento mucho que tengas que ver esto— murmuré sintiendo mi garganta arder.

—Oh vamos mi amor estoy acostumbrado a esto, tus embarazos han sido de mucha actividad vomitiva— reímos —Aunque la diferencia es que no estás embarazada así que se vuelve preocupante, Radamantis ha dicho que posiblemente tu cuerpo no esté reaccionando bien a la energía de este lugar ya que no ha encontrado algo que ande mal en tu cuerpo—.

—Entonces debe de ser por eso— enjuagué mi boca con tisana de menta que Radamantis tan amablemente me había dado para calmar el desequilibrio de mi estómago y que sin embargo lamentablemente no estaba ayudando en nada —Solo quiero irme— suspiré.

—Y pronto lo haremos— acarició mi mejilla —Debemos de ir con Radamantis antes de marcharnos— asentí dándole el ultimo sorbo a mi tisana.

Acomodé mi ondulado cabello el cual caía sobre mi espalda hasta mi cintura, y que para mí mala suerte se había vuelto permanentemente blanco. Un precioso vestido azul del mismo color que los ojos de Zeus envolvía mi cuerpo dejando mi espalda al descubierto, decorando mi pecho en un bonito escote, tal vestido al principio molestó a Zeus por aquellas miradas que los hombres ponían sobre mí, más después obligadamente terminó por acostumbrarse. Caminamos de la mano hasta el pasillo yendo hacía la mansión donde Radamantis habitaba, algunos nos saludaron durante nuestro camino, más otros solo nos veían tomando distancia.

—No puedo evitar dejar de pensar lo preciosa que luces— él dijo mientas subíamos el graderío y yo reí nerviosa.

—Gracias— me incliné de puntas depositando un pequeño beso sobre sus labios. Seguimos andando hasta la mansión, llegando así al salón principal donde vimos a Radamantis y...

—Hades— musitó Zeus parando en seco.

—Hera— Hades sonrió corriendo hasta mí siendo seguido por el pequeño Cerbero. Me abrazó con fuerza poniendo su mano en mi nuca para aferrarme más a él —Mi vida— susurró dándome calidez —Estas bien— acunó mi rostro entre sus manos —Aunque te vez diferente— sonreí. Volteó hacía Zeus borrando la sonrisa de sus labios, uno de sus ojos se cubrió nuevamente en obscuridad.

—Hades yo...—.

—Ella debería de estar lejos de ti— Hades le interrumpió —Eres un maldito hijo de perra— su otro ojo comenzaba a tornarse oscuro poco a poco.

—Radamantis— dije con preocupación.

—¡Ambos deberían de estar muertos! — gritó —¡Voy a matarlos! Y ella estará conmigo para siempre— rio como un completo loco. Radamantis puso su mano sobre la espalda de Hades y este se desplomó sobre el suelo, la mirada de Zeus se había tornado afligida, se perfectamente cuanto él sigue culpándose por todo esto.

—Como lo supuse— Radamantis suspiró—Él reacciona positivamente no teniendo ningún estímulo para lo que ha sido controlado— le alzó sin esfuerzo recostándolo sobre el diván —Aun no puedo liberarle completamente, solo por algunos lapsos de tiempo— Zeus despeinó su cabello con desesperación — Y ahora espero que tú hayas podido entender el plan de Gea— le vimos confundido.

—¿De qué hablas? — pregunté.

—Mi pequeña niña— volvió a suspirar —Gea pretende doblegar las fuerzas de Zeus atacándole con las personas que él quiere y así le sea más fácil que tú puedas encontrarle con las defensas bajas— asentí —Ella conoce a la perfección las debilidades de su nieto—dijo.

—También me ha utilizado, quiso alejarme de él y lo estaba logrando— expliqué—Pero pudimos descubrirle y remediarlo— mordí mi labio.

—Lo vez— dirigió su seria mirada a Zeus —Solo busca romper tu equilibrio, no lo permitas— Radamantis dijo —Ya lo ha intentado con tu esposa y tu hermano eso quiere decir que hay probabilidades de que no se detenga solo con ellos— se acercó palmeando el hombro de Zeus —No dejes que te haga creer toda su maldita ilusión—.

Hera: La caída del sol y el rayo © Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora