Advenimiento adelantado

190 15 7
                                    

Mis oídos zumbaron ante el imponente y repentino silencio, un tipo de silencio que jamás había podido percibir en mi larga vida. Abrí los ojos viendo a Cronos frente a mí y a mi padre relativamente paralizado, su mano estaba alzada a medio iluminar con uno de sus ojos completamente negro, supongo que iba a invocar sus atributos, pero ¿qué carajo había sucedido? Di un respingo al ver como Cronos ladeó su rostro para observarme.

—¿Qué ha pasado? — pregunté. Él bajó sus brazos extendidos y se dio la vuelta encarándome. Llevé mis ojos al frente viendo a aquellos hombres con gestos de burla en sus rostros completamente paralizados. Unos pequeños objetos metálicos se encontraban suspendidos en el aire a unos pocos pasos de nosotros —¿Qué es eso? — musité.

— Esos objetos se llaman balas y nos las han disparado — dijo Cronos —Son peligrosas ya que pueden herirte— alzó su mano y esas pequeñas cosas dieron la vuelta en dirección hacia los hombres —No pueden matarnos, pero no puedo permitir que en tu condición salgas herida mi amor— ladeó una sonrisa.

—¿Tu hiciste esto? — mordí mi labio viendo a mi alrededor —Tú has detenido el tiempo — regresé mi mirada hacía él.

—Si— suspiró —Pensé que Zeus había inhibido mis atributos— vio detenidamente sus manos.

—Si él lo hacía hubieses muerto— musité tomando sus manos —He sido yo quien le ha rogado que no lo hiciera completamente— tragué saliva.

—¿Completamente? — preguntó confundido y yo asentí.

—Les conservas, pero no tienen la misma fuerza— hice una mueca —Si no te apresuras esto que has hecho pronto se disolverá— me haló hacía él tomándome por sorpresa.

—Solo un segundo más...— musitó abrazándome —Solo un segundo más contigo— deslicé mis manos por su cintura —Te amo— murmuró.

—¿Vas a irte? — mascullé preocupada ante su repentino comportamiento.

—No— respondió con rapidez.

—Papá— musité y él se tensó —Estoy asustada— él acarició mi cabello —Estoy asustada de lo mucho que te amo a pesar de todo lo que sucedió— mordí mi labio tratando de contener un sollozo —¡Solo he tratado de hacerme creer que debo de odiarte! — me aferré más a él —¡Lo he hecho para convencerme que lo que sentía por ti era odio! ¡Que amarte estaba mal! — sollocé —Pero por más que trato de pensarlo no puedo convencerme que lo que realmente siento por ti es odio— le abracé con más fuerza.

—Mi amor— me separó de él para verme al rostro —En eso tienes razón, no merezco más que solo tu odio— acarició mi mejilla —Sé que es tarde, pero yo quiero pedirte que...— el tiempo corrió una vez más. Cronos me abrazó dándose la vuelta para cubrirme.

—¿Pero qué carajos? — escuché a mi padre decir quien en un movimiento rápido tomó mi brazo halándome hacía él para separarme de Cronos. Vi al frente observando a los hombres en el suelo mientras un charco de sangre comenzaba a crecer.

—Tenemos que irnos— Cronos masculló.

—¡Los asesinaste! — mi padre elevó la voz encarándole.

—¡¿Y qué es lo que querías?! — Cronos gritó cabreado —¿Qué hirieran a mi hija? — tensó su mandíbula.

—No es tu hija— mi padre dijo entre dientes —¡No puedes ir asesinando humanos! —

—Solo escúchame— Cronos se acercó —Los malditos humanos de este mundo no son iguales a los que estás acostumbrado— negó —Vas a matarles primero antes que ellos de una u otra manera consigan hacerlo contigo ¡a estas bestias les importa una porquería que seas un maldito dios! — gritó dejándome asombrada.

Hera: La caída del sol y el rayo © Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora