No pueden culparme

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—Mi amor después de esto hay algo que debo de decirte— suspiré y Zeus me vio con cierto tinte de preocupación —Bueno, son dos cosas— nos paramos en medio del salón para recibir a los chicos.

—Vida mía si es importante Hades y Poseidón pueden esperar— acarició mi mejilla.

—No, Zeus no quiero arruinarles el momento— tomé su mano besando el dorso de está.

—Bien— dijo no muy convencido. Me ofreció su brazo y yo le tomé. Las puertas se abrieron dejando ver a Hades y Perséfone, Poseidón y alguien más caminando detrás suyo.

Perséfone aceleró su paso hacía nosotros dejando a Hades atrás.

—Mis señores— sonrió haciendo una reverencia.

—Perséfone es un gusto volverte a ver— sonreí.

—Espero te encuentres bien— Zeus hizo una media reverencia y ella asintió brotando emoción por todos lados.

Nuestras miradas conectaron permitiendo que unos segundos después ambas diéramos gritillos dejando atrás todo formalismo abrazándonos. Los chicos rieron.

—¡Me lo ha pedido! — chilló.

—¡Lo sé! — chillé aun saltando abrazadas —¡Hay tanto que tenemos que hacer! — mordí mi labio separándome de ella para verle. Zeus aclaró su garganta, volteé hacía él quien hizo un ademan con su cabeza apuntando hacía la chica que se ocultaba tras Poseidón. La cual cuando dirigí mi vista hacía ella esta se escondió.

Aclaré mi garganta retomando mi compostura. Perséfone regresó a lado de Hades y yo de Zeus.

—Ven— Zeus ordenó —No tienes por qué esconderte—.

—Y-yo lo si-siento— una preciosa chica de cabellos azabaches salió de su escondite sin siquiera darnos la mirada.

—Tranquila, todo está bien— Poseidón tomó su mano.

—Tú debes de ser Anfitrite— dije y ella asintió. Alzó su rostro, pero al ver el mío sus ojos se abrieron y literalmente brillaron.

—Es preciosa— musitó con las mejillas sonrojadas. Yo reí negando —Lo la-lamento Mucho— dijo haciendo una reverencia casi hasta el suelo.

—Oh no Anfitrite no lo hagas— reí tomando sus hombros para detenerle —Es un gusto el poder verte, Poseidón nos ha hablado de ti— sonreí —Es un placer el tenerte aquí y poder conocerte— le abracé tomándole por sorpresa. Ella tímidamente deslizó sus manos por mi cintura.

—Gracias por recibirme— ¡ella era una monada! ¡es tan tímida que muero de amor! Asentí separándome de ella —Poseidón me ha hablado mucho de ustedes— sonrió yendo a abrazar a Zeus quien le tomó por sorpresa a lo que yo reí —Oh por los dioses lo siento no puedo hacer eso ¿cierto? — preguntó preocupada y Zeus rio.

—Ahora eres de la familia— Zeus sonrió.

—Gracias— hizo una reverencia.

—¡Ah! Eres tan hermosa— suspiré viendo sus pequeñas orejas puntiagudas como lo eran características de las ondinas —¿Cómo es que esa foca marina que está ahí te conquistó? — mordí mi labio.

—¡Hey! — Poseidón se cruzó de brazos.

—Por favor vengan— dije caminando hacía el diván donde me senté y Zeus lo hizo a mi lado.

Los chicos se sentaron frente a nosotros en el diván más grande.

—Comencemos contigo Anfitrite— sonreí y ella lo hizo también —Poseidón ya nos ha puesto al tanto de la buena noticia— dije.

Hera: La caída del sol y el rayo © Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora