Aria

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—No bromees— dije temblorosa —No es el momento— negué evidentemente asustada.

—Decidí llamarle mujer y a mi cuerpo físico biológico decidí llamarle hombre— ignoró mis palabras —Hasta ese momento yo no tenía un nombre— rio pensativo.

—¿Qué tiene que ver con todo esto Hera? — Zeus preguntó.

—Basta, las preguntas hasta el final— Caos chasqueó la lengua —Si siguen preguntando no continuare— tragué saliva.

—Bien— Zeus y yo dijimos al unísono.

—Como les decía en ese momento no tenía un nombre ni siquiera sabía cómo llamarme a mí mismo— suspiró —Pero todo cambiaria a su llegada— tragó saliva —Le creé a mi semejanza, pero con un cuerpo diferente. Tal y como vez a «tu» Hera— hizo énfasis —Era el ser más hermoso y perfecto que hasta ese momento jamás había creado— negó sonriendo —Decidí que no podría llamarle mujer así que le llamé Aria como había hecho llamar a los sonidos del universo— una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios.

—Oh por los dioses— Helios musitó abrumado.

—Cuando creé su alma con una mísera chispa de mí, esa masa sin forma se volvió un cuerpo, un cuerpo con vida— mordió su labio —Aria despertó y sus preciosos ojos color cielo se fijaron en mí, claro que en ese momento tenía este cuerpo, no iba a mostrarme como la enorme masa etérea que soy—.

Se inclinó hacia adelante entrelazando sus manos.

—Ella no hizo más que ver sus manos y explorar los movimientos de sus dedos— sonrió pensativo —Y una vez más alzó su vista a mí y se puso de pie tambaleándose, pero aun así se acercó y sin más comenzó a tocar mi rostro y mi cuerpo para luego hacerlo con el suyo, sabía perfectamente que ella estaba comprendiendo que éramos parecidos más no iguales. Podía verlo en sus facciones—.

—¿Ella podía hablar? ¿Tu podías hablar? — Heracles preguntó, parecía un niño escuchando un cuento. Caos rio.

—¿Quién crees que soy niño? — se carcajeó —Yo he sido el creador de tu lengua madre— se pavoneó.

—¿El griego es tu invención?— Heracles tragó saliva y Caos asintió —¿Igual los demás idiomas? — oculté una sonrisa ante su curiosidad.

—No, los demás idiomas han sido hechos por los humanos a través de su maldita evolución — explicó y Heracles hizo una O con su boca.

—¿Puedes seguir? No te salgas del tema— dije apurada. Caos sonrió.

—Bien— tomó aire — El tiempo pasó y ella comenzó a aprender muchas cosas, era un ser sumamente inteligente— detalló mi rostro poniéndome nerviosa —Un ser completamente indescriptible, era cálida, hermosa, parecía tener magia porque era capaz de curarlo todo con eso que ella creó, eso que ahora conocemos como amor— una extraña calidez recorrió mi pecho —Y con eso fue que ella me dio mi nombre—.

—Caos— musité. Un destello recorrió sus ojos los cuales no apartaba de los míos.

—Ella decía que era un creador y destructor de universos, universos que les hacía sin ningún propósito, sin ningún sentido. Que me alteraba por la simplicidad creando discordia en todo— rio negando —Ella lo denominó caótico la contraparte de lo que llamó amor dándome así el nombre de Caos— mordí mi labio pensando en que no hubo mejor invención en algo que el caos.

—¿Qué sucedió con ella? — Helios preguntó fascinado.

—Se enamoró de mi— le vimos con mucha más atención —Eso fue lo que sucedió con ella— su mandíbula se tensó —Sé que es malditamente estúpido, pero no tenía ni la mínima idea de que el ser que yo había creado podía ser capaz de crear vida como yo—.

Hera: La caída del sol y el rayo © Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora