La profecía del sol y la luna

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La voz se estancó en mi garganta ante lo que mis ojos veían. Helios con los brazos extendidos protegiendo a Zeus, dos raíces le habían atravesado abdomen y pecho. Corrí hacía ellos rogando porque esto no fuese más que un simple mal sueño.

Zeus atrapó a Helios dejándose caer con él al suelo. Corrí hacía ellos dejándome caer a su lado.

—¿Que fue lo que hiciste?— la voz de Zeus tembló mientras mantenía a Helios sobre su pecho.

—Todos te necesitan— la ahogada voz de Helios se escuchó —Hera te necesita— sangre bajó por la comisura de su labio.

—Helios lo lamento mucho— tomé su mano y él dio un suave apretón.

—Te lo dije— jadeó —Voy a cuidar lo que sea porqué tu estés bien— sonrió.

—Helios no, no— sollocé —Voy a curarte ¿do-donde está mi espada? — él tomó con más fuerza mi mano.

—Tranquila— musitó —Es mi destino— llevó su mirada hacía Zeus —Si yo no moría esta vez tú lo harías, Moro me lo ha mostrado, todo iba a desaparecer vi el caos sobre los mundos, vi a tus hijos morir... a Hera morir— negó —Por favor recibe mi vida a cambio de todo lo malo que he hecho— Zeus negó. Una lagrima bajó por su ojo.

—Eres un imbécil— negó derramando lágrimas —¡Un maldito imbécil! — gritó y Helios sonrió.

—Lo sé— más sangre salió de su boca —Pero habré muerto sabiendo que después de mucho al fin pude hacer lo correcto— tomó la mano de Zeus —Quiero pedirte dos favores más— jadeó —Cuídala— puso la mano de Zeus sobre la mía —No permitas que haga estupideces como ya es costumbre— reí entre sollozos —Amala como si mañana ella tuviese que marchase para siempre— Zeus negó mientras lagrimas caprichosas seguían bajando por sus mejillas —Sé que ya lo has entendido— Zeus asintió.

—Prometiste que te quedarías— sollocé —¡Lo prometiste! — grité.

—Ha sido todo por hoy— musitó —Te encontré y eso me basta— fruncí el entrecejo confundida —No pude quedarme más tiempo, pero prometo que haré todo lo posible por quedarme un poco más si hay una próxima vez— chasqueó la lengua y yo negué sollozando —Les prometo a ambos que trataré de hacerlo mejor la próxima vez— una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios —Mientras tanto tengo que irme— negué aferrándome a él en un abrazo evitándo hacerle más daño.

—Gracias— escuché a Zeus musitar —Te agradezco por cada estupidez con la que me hiciste aprender— Hades y Perséfone se acercaron.

—No tienes por qué hacerlo, me basta con tu perdón— su pecho vibró al hablar —Ahora el segundo favor que tengo por pedirte es que quites mis atributos y se los entregues a Apolo—.

—¿Qué? — me separé de él.

—Él tiene raíces solares— se removió ahogando un grito —¡Zeus hazlo si muero antes vas a perderlos! — elevó la voz —¡Salven a los mundos por mí! — gritó.

—¡No! — Hades me abrazó para retenerme —¡Helios no! — grité. Él me alejó de ellos. Zeus le recostó con cuidado en el suelo.

—Lo siento— Zeus musitó —Lo siento tanto— Helios negó. Volteando hacía mí.

—Te amo— musitó dándome una suave sonrisa —Gracias por todo— lagrimas bajaron por sus ojos —Estarás bien— Zeus puso su mano sobre el pecho de Helios extrayendo sus atributos. Una sonrisa se dibujó en los labios de Helios hasta que sus ojos se fueron cerrando poco a poco sin apartar su mirada de mí.

Mis piernas fallaron dejándole todo mi peso a Hades.

—Está bien preciosa, está bien— Hades me abrazó acuclillándose conmigo en el suelo. Los atributos se consumieron en la mano de Zeus. Se aferró a la túnica de Helios sollozando silenciosamente. Podía sentir la furia e impotencia en Zeus justo como yo le sentía dentro de mí.

Hera: La caída del sol y el rayo © Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora