La caída del rayo y la reina

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Una enorme e imponente puerta se alzó frente a nosotros, mentiría al decir que este lugar no me parecía aterrador. Un respingo azotó mi cuerpo al escuchar como la puerta emitió un rechinido ensordecedor dando aviso que estaba abriéndose.

—Prométeme que no vas a odiarme— susurró Zeus poniéndose frente a mí.

—¿Por qué? — pregunté con aflicción.

—Por lo que...—.

—Sabía que vendrían— Zeus se dio la vuelta escondiéndome tras él —Aunque si me sorprende que tú estés aquí..., hermano — mi respiración comenzó a agitarse.

—¿Hades por qué haces esto? — Zeus preguntó con evidente malestar

—¿Aun te preguntas por qué? — rio —Hera, preciosa déjame verte— rodeé a Zeus poniéndome junto a él. Mi corazón se agitó al ver al hombre frente a mí, Hades ya no parecía ser él, sus facciones amables y calmas habían desaparecido, sus hermosos ojos se veían opacados con una oscura sombra de cansancio bajo ellos.

—¿Por qué esa cara? — curvó una sonrisa —Pareciese que no me conoces—.

—Tú no eres Hades— murmuré y él pareció sorprenderse.

—¿Qué le has metido en la cabeza? — se dirigió a Zeus —Después de todo es algo que te encanta hacer ¿no? Manipular a los demás a tu antojo —.

—Hades basta— Zeus dio un paso hacia él —¿Qué carajos sucede contigo? — negó —Sé que tú por más enojado que estuvieses jamás harías estas cosas— Hades rio.

—No me conoces hermanito—.

—¿Do-donde está mi hija? — fingí valor —¿Mi familia? —.

—Muertos— pareció regocijarse ante tal aclaración, negué con horror. Zeus gritó con ira invocando el rayo en su mano, corrió hacía Hades, y Helios me abrazó cubriéndome con su cuerpo justo en el momento que una potente explosión nos lanzó hacía atrás.

—¿Estas bien? — Helios se levantó de encima y yo negué.

—Quiero a mi hija— la desesperación comenzaba a nublar mi razón.

—Sé que no está muerta— susurró y yo le vi con atención —Los atributos de mi padre me hacen saber que no lo está, ninguno de ellos lo está— Me levanté del suelo con su ayuda —De alguna manera puedo sentirles— la escasa tela que me cubría cayó al suelo, Helios llevó sus ojos hasta mis pechos los cuales cubrí con rapidez. Una descarga de rayos se escuchó haciendo vibrar el lugar.

—Zeus— musité observando el inmenso hueco que habían dejado entre las rocas del pasillo —Helios ve con él— le vi afligida —Ayúdale, manténganle ocupado el suficiente tiempo para que yo pueda encontrar a los demás— él negó.

—No voy a dejarte sola—.

—Helios ve— tragué saliva —Te lo ordeno— abrió los ojos con asombro.

—Hera...—.

—Dijiste que harías todo por mi ¿no? — murmuré, él suspiró y corrió en dirección al hueco sin decir más. Segundos después sin tiempo que perder comencé a correr derecho por el pasillo más no encontraba nada, parecía como si las paredes fuesen de cristal, pero estuviesen chorreando lava era algo terrorífico y a la vez hermoso de ver —¿Mi amor dónde estás? — susurré pensando en lo asustada que Hebe estaría.

Seguí corriendo, la situación era realmente mala, explosiones se escuchaban a la distancia y cada cierto tiempo se podía percibir leves temblores alrededor, solo espero que Zeus y Helios se encuentren bien. Volteé hacía atrás sin detenerme al sentir como extrañas sombras se dibujaban entre la lava de las paredes, hasta que me estrellé fuertemente contra algo o alguien, caí al suelo de trasero, observando en la misma posición a ¿Heracles?

Hera: La caída del sol y el rayo © Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora