PREFACIO

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Eran tiempos oscuros los que acontecían antes de la noche de Octubre de 1981, más oscuros de los que realmente se creía. Más oscuros de los que aún, catorce años después, se considera. El mundo no sabía lo que esperaba a puertas cerradas dentro de las fuerzas del Señor Tenebroso. Milagrosamente, por la magia de una mujer que se sacrificó por amor, tal oscuridad quedó suspendida en el tiempo. Una mujer a la que se le debe más reconocimiento del que realmente recibió, ignorantes del verdadero motivo por el que ese famoso niño sobrevivió. Muchos pecaron de celebrar la caída de Voldemort, de suspirar con alivio y festejar y brindar con sidra los siguientes días con la falsa sensación de seguridad, afirmando que todo había terminado. Y quizás no tenían motivos para sospechar lo contrario, el augurio había sido enterrado sí, pero continuaba con vida debajo de sus propios pies, a tres metros bajo tierra, en los cuarteles de la Academia Hades.

Para el Mundo Mágico, semejante nombre no despertaría ninguna clase de sensación en una conversación casual, pocas personas fuera de los simpatizantes de Voldemort poseían conocimiento de la misma. Pero no para los Mortífagos. La mención de dicha institución teñía de oscuridad cualquier reunión casual, cualquier cena, cualquier tarde de té. Y aunque ese nombre era de conocimiento común entre el círculo de seguidores del Señor Tenebroso, el Proyecto Ares no lo era. Quizás podía ser mencionado como un mito cuando los niños hijos de Mortífagos cedían ante la curiosidad de escuchar el nombre sin saber por qué sus padres se removían incómodos en sus asientos, bajando las miradas e incluso detectando algún pequeño temblor precariamente disimulado. La explicación que dichos niños obtenían en respuesta consistía generalmente de oraciones similares a "es sólo un mito" o "es un rumor" o "realmente eso jamás sucedió" pero, fluctuando entre esas tres frases, el final de la respuesta jamás cambiaba, ni en sus palabras ni en su tono severo y amenazante, casi un reto: "pero es algo de lo que no se debe hablar, no se debe preguntar".

La clase de horror que acontecía en la Academia Hades, catorce años después seguía siendo causante de las pesadillas secretas de quienes habían formado parte. Era el motivo por el que algunos Mortífagos despertaban en medio de las noches, mientras sus familias descansaban, a beber varias copas de Firewhiskey para lograr conciliar el sueño nuevamente. Si es que lograban dormir.

Las esposas o maridos de tales partícipes se preguntaban a menudo qué podría ser tan terrible para que los cace a través de los años, como una especie de trauma de guerra. De esas cosas no se hablaban. Ese tema no se mencionaba. Se evitaba a toda costa. Probablemente era el motivo por el cual ante la caída de Voldemort y en ocasión de los juicios ante el Wizengamot, muchos traicionaban sus lealtades. Miedo. Terror. Algún pobre intento de conciliar la culpa que habitaba en sus consciencias. Pero dichas confesiones jamás incluían mención de la infame Academia Hades. Era un secreto que esperaba ser enterrado y no volver a ser traído a la luz. Eso esperaban. Esperaban que quienes fundaron semejante sede de terror, lo hubiesen hecho bajo la más fuerte maldición Imperio y no bajo el orgullo de experimentar con la oscuridad de esa manera.

Qué equivocados estaban.

La Academia Hades estaba formada por aquellos magos y brujas sedientas de conocimiento, hambrientos en curiosidad por las Artes Oscuras, ebrios de poder a sabiendas de que lo que sucediese en ese edificio jamás sería juzgado y jamás deberían responder por lo acontecido bajo la excusa de expandir los límites de lo ya conocido. Eso, combinado con la ideología en contra de la segregación Muggle y con la autorización de la oscuridad en sí misma, representada y tomando cuerpo en la forma de un temido mago, cuyo nombre fue escondido en la historia de la misma manera en la que ocultó la realidad de su estatus de sangre, dió mano libre para crear las peores maldiciones, las peores torturas, las más escalofriantes armas de guerra con las cuales planeaban tomar control no sólo de Europa sino del resto del mundo y expandirse no sólo en el Mundo Mágico, sino en el Muggle también.

Tom Riddle era un hombre cuya alma corrupta sólo era potenciada por su alta capacidad intelectual, por su ingenio que de haber sido puesto en buen uso hubiese logrado cosas brillantes para bien. Y dicha virtud, para su propia desgracia, no era igualada por sus seguidores quienes simpatizaban con su causa pero no ofrecían ayuda estratégica alguna, exceptuando unos pocos, que aun así no lograban ser suficientes. Necesitaba herramientas. Necesitaba poder confiar en magos y en brujas cuya sabiduría se acerque a su propia, a quienes pueda transmitirles la tarea de gobernar y hacer de agentes de orden con plena confianza. Necesitaba seguidores jóvenes. Necesitaba poder controlarlos. Su visión de expandirse mundialmente no tenía futuro sin poder contar con un legado capaz de gobernar los distintos países sin margen de error. Era en esos momentos quizás, en los que su fortaleza flaqueaba, su vulnerabilidad era expuesta: su soledad era su enemiga. El fin que se había propuesto y la finalidad de su existencia era amenazada por la falta de compañía, la falta de sus semejantes, de grandeza oscura similar a la propia.

Por ello, dos años antes de la noche del 31 de octubre de 1981, tomó inspiración en una situación informada por Bellatrix Lestrange. Un bebé había sido dejado en la puerta del hogar de Orion Black con una nota que aclamaba que el pequeño era hijo de Regulus Black y ante su desaparición no quería ser criado por ella sola, siendo sólo una joven destrozada por el abandono de su amante, de quien pocos sabrían la causa de su muerte. La nota era anónima y los ojos del pequeño eran verdes, su cabello era azabache. Cuando Voldemort oyó la historia contada por Bellatrix, le ordenó que presente al pequeño sólo guiado por curiosidad y una punzada de intuición y, cuando observó a la criatura, sólo vió una hoja en blanco, un lienzo fresco, un envase vacío listo para ser llenado por lo que sea que su entorno le arroje y fuerce dentro suyo. Esa misma noche, apoyó su varita de tejo sobre la Marca Tenebrosa y llamó a sus fieles seguidores quienes se aparecieron en poco tiempo. La tarea encomendada fue informada como si fuese un quehacer más: "en diez meses, deberán entregarme un bebé de su propia sangre más una botella o recipiente que contenga un litro de sangre propia, también".

Nadie se atrevió a cuestionarlo.

Veintisiete Mortífagos fueron encomendados a cumplir ésta orden. Diez meses después, sólo veintidós bebés fueron entregados. Sumados al pequeño que yacía bajo los cuidados de Bellatrix Lestrange, conformaron la primera clase de Individuos sometidos al Proyecto Ares.

Nunca más volvieron a ser vistos. Se les ordenó jamás preguntar por sus descendientes, ya que no eran más de ellos. No les pertenecían. Aun cuando un año después Voldemort desapareció, no se atrevían a conversarlo. A hablarlo. Preferían enterrar lo sucedido en el pasado sin jamás haber podido imaginar que el fantasma de sus acciones volvería catorce años después en forma de su peor pesadilla, con el retorno de su amo luego del Torneo de los Tres Magos.

AVERY

ALECTO CARROW

AMYCUS CARROW

REGULUS BLACK

CRABBE

BARTY CROUCH

ANTONIN DOLOHOV

GIBBON

GOYLE

JUGSON

IGOR KARKAROFF

BELLATRIX LESTRANGE

RABASTAN LESTRANGE

WALDEN MACNAIR

LUCIUS MALFOY

MULCIBER

NOTT

EVAN ROSIER

THORFINN ROWLE

SCABIOR

SELWYN

SEVERUS SNAPE

AUGUSTUS ROOKWOOD

TRAVERS

CORBAN YAXLEY

WILKES

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