Capítulo 26

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¿Iba a encaminarme rumbo al abismo sin pensar en un modo de escape?

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¿Iba a encaminarme rumbo al abismo sin pensar en un modo de escape?

Tenía un plan.

Mi altivez no volvería a sobreponerse a la seguridad de una persona. No iba a ignorar el peligro que los palpaba. El rumbo que las intenciones dañinas de Marco tomarían eran inciertas. Sabía cuál era el concepto y tenía tenía una idea de la trama, pero no podía saber los detalles del final de una historia solo con leer la sinopsis.

Fue todo un reto tragarme el orgullo y me pungió en lo más hondo admitir que necesitaba ayuda, pero no me quedaba de otra. Me ví envuelto en la necesidad de contactar a Carter, él era el único que estaría dispuesto a creer en mi historia y a tomar acción. Le di algunas instrucciones, el acceso a la evidencia clave para el caso que tanto deseaba resolver y me fui, esperando ciegamente que él me hubiera tomado enserio, creyendo desesperadamente en el destino y en que él iría a salvarlos... a salvarnos.

Y de modo que ahí estaba yo, sordo por culpa del estruendo de la pistola. Había perdido mi oportunidad de ser el héroe, la situación estaba fuera de mi control y era mucho más precaria de lo que predije para mis adentros. El desenlace de la historia estaba pasaba a las manos de Carter.

—¡A él! —ordenó un hombre de repente.

—¡Sí, jefe!

La apareción de James fue tan repentino que ni siquiera tuve tiempo de recuperar el aliento. Llegó detrás de Carter, combatiendo con los hombres que se empeñaban en negare el paso. Mientras  lo observaba pelear me convencí de que se había ganado el puesto dentro del escuadrón por méritos propios.

Los ruidos no se detenían. Golpes  contra el piso y las paredes, gritos y quejidos.

—¡Axel! —me gritó Carter, para llamar mi atención y me indicó con la mirada lo que debía hacer.

Asentí con firmeza y después él   corrió a auxiliar a James.

El agua había inundado gran parte el piso. Un poco más de humedad en los zapatos no debería ser un problema, ya estaba completamente empapado. Yo y mi ropa ya presentabamos un pésimo aspecto.

Había vidrios rotos regados por todo el suelo así que tuve que disminuir el ritmo de mis pasos cuando caminé sobre ellos, haciendolos crujir mientras los pisaba.

Primero fui hacia los que habían permanecido más tiempo bajo el agua. Me incliné frente a Lisseth, que tenía parte del cabello sobre el rostro y e quité la venda de los ojos. Le costaba respirar, pero luego de comprobar que estaba bien fui a ayudar al resto de ellos.

—Kevin.... ¡Tenemos que salir de aquí! —Tomé un vidrio del suelo y lo usé para trozar el sujeta cables que lo ataba de pies y manos, cortándome los dedos en el proceso.

Durante una sesión, Kevin me contó que tenía la capacidad de contener la respiración por bastante tiempo. No le creí, pensé que solo alardeaba pero era verdad: de todos los que habían estado bajo en agua, él era el más despierto, al menos lo suficiente como para avalar con la cabeza.

LA DAGA DE PAIN©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora