Capítulo 14

47 18 1
                                    

Entre los sollozos solo pudo responder a una de mis preguntas y me dijo que se llamaba Jake

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Entre los sollozos solo pudo responder a una de mis preguntas y me dijo que se llamaba Jake. Ese era el nombre de quien logró ahondar en la profundidad de mis vivencias, llevándome a ese lugar al que nunca me hubiera gustado volver. Impotencia y el arrepentimiento que sientes cuando pierdes a un ser querido. ¿Cómo podría no saber lo que es? Un día la tienes en tus brazos y al siguiente la entierras con lamentos.

Cuando su llanto se detuvo, estuvo listo para hablar con más seguridad y calma. Sentarnos frente a la enorme ventana de la sala de espera fue la mejor opción que tuvimos. Solo tuve que decirle cuál era mi profesión y eso suficiente para que el joven se atreviera a explayarse al momento de contarme lo que sentía. No se guardó nada, eso fue evidente.

—En pocas palabras, ¿lo que más te pensa es no haber llegado a tiempo para despedirte? —indagué.

El asintió, bajando la cabeza.

—Sí, eso es. Yo sabía que esto podría pasa en cualquier momento, ambos lo sabíamos. Mi hermana también me lo advirtió. Yo debía permanecer cerca de ella... pero no lo hice.

Mi vista se centró en los movimientos de sus pies.

—¿Quieres acompañarme, Jake? —pregunté.

El chico levantó la cabeza para asegurase de que había escuchado correctamente. Mi expresión se lo confirmó.

—¿Ahora? —preguntó en cuanto recuperó la voz.

—Ahora —constaté.

Embotelló los labios antes de tronar la legua para decir:

—Está bien, vamos ahora.

Contuve una mueca y miré el techo.

—¿No preguntaras a dónde?

—Usted no me preguntó si yo quería que se acercara a mí y aun así lo hizo, ¿por qué debería entonces yo preguntar? Iré de todos modos. —Me miró.

Joh-a. —Me golpeé las piernas antes de ponerme en pie—. No dudes de mí, hasta el final.

—Lo intentaré —dijo, empezando a dudar, pero quiso ocultarlo con la media sonrisa qué logró esbozar.

La confianza que él había construido en mí en cuestión de minutos continuaba asombrándome, pero no se comparaba con el gran misterio que envolvía la conexión que yo había creado con él. Y quise poner a prueba ese vínculo. Era su turno de escucharme.

Estreché su mano tan fuerte como pude y mientras lo ayudaba a ponerse de pie, le di una palmada en el hombro.

—Vamos, Jake.

Asintió con firmeza.

Cuando llegué a la recepción, me detuve para darle indicaciones a la recepcionista, quien sonrió cuando me vio con el joven.

LA DAGA DE PAIN©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora