Capítulo 27

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«No es lo mismo suponerlo que vivirlo»

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«No es lo mismo suponerlo que vivirlo».

Cristian estuvo a mi lado durante el camino hacia el hospital, nos separamos cuando se lo llevaron para darle atención médica más especializada y nos reencontramos en el pasillo principal.

Aguardamos en la sala de espera junto con los otros que ya habían recibido tratamiento. Zackary se reunió con su esposa y su otro hijo en cuanto llegó al hospital y estaba en urgencias recibiendo puntos en la herida así que nos encontraría luego de eso.

La serie de pasos atropellados que escuché poco después, me hicieron girarme.

—¡¿Qué demonios paso?! ¡¿Dónde está James?!  ¡¿Y Carter?! ¡¿Qué pasa con él?! —interrogó el recién llegado, Iván.

Era solo una persona, pero parecía que eran varios mientras corría hacia nosotros.

—James está en tratamiento y Carter entró a cirugía no hace mucho —contestó Cristian—. Te llevaré con James.

—Está bien —dijo Iván mientras daba una vista rápida a los presente en la sala.

No tengo dudas de que fue Cristian el que se encargó de pasar la noticia.

Los demás todavía estaban muy traumatizados como para decir algo.

Me recargué en la pared y observé a las personas que seguían ahí.

Jake tenía una excusa válida para quedarse esperando a que terminara la cirugía. Dijo que conocía muy bien a James porque eran compañeros de su hermana y ella le marcaba a su teléfono cada veinte minutos para monitorear la situación. También parecía que Jake y Lisseth se habían entendido bastante bien con Lisseth, llevaban algunos minutos sentados juntos y de vez en cuando intercambian miradas o breves oraciones.

En cuanto a Kevin, él decidió sentarse a esperar en silencio, aunque pudo irse a casa en cuanto lo revisaron.

Me masajee el hombro con la mano contraria y lo moví en forma circular para calmar las molestias.

—Su herida, déjeme curarlo. —Melissa apareció a mi lado con sus utensilios.

—Estoy bien —dije.

—Las heridas en la nuca son peligrosas, déjeme tratarlo —insistió—. Usted es el único que no ha recibido tratamiento.

Me límite a asentir y me senté en una de las butacas para que ella me atendiera.

Para tratar de ignorar el ardor que me recorría la parte trasera de la cabeza, centré mi vista en el suelo. Me quedé mirando mis zapatos. El blanco del piso, de las paredes y el llamativo azul que tenían las bancas y los letreros, me ponía ansioso.

No podía recordar cuando había sido la última vez que estuve en un hospital, como conocido de un enfermo u el enfermero. 

—¡Lisseth! —Levanté la vista cuando unas voces aturdieron mis oídos.

LA DAGA DE PAIN©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora