Deliria.

Seguridad.

Nueve años atrás...

- Discúlpame por desahogarme contigo, pero es que cada vez siento más su odio.

- Ellos no te odian, ni te odiarán Maddy. - dijo Roberto.

- ¿Como no me odian? Ellos me dejan, siempre. - conteste.

- Te contaré una historia: Hace mucho, mucho tiempo había una princesa, a esta princesa se le decía siempre, que iba a hacer algo muy grande con su vida, que, por su bondad estaba destinada a ayudar a otros.

- ¿Y esa princesa cómo se llamaba?

- Anne. Anne tenía la virtud de solo ver las cosas buenas de la gente, sus padres, siempre supieron de ese don. Por lo cual, ellos decidieron ayudarla siempre en su camino hacia el bien... sin embargo una horrible oscuridad acechaba a la joven Anne.

- ¿Oscuridad?

- Si, una oscuridad. Algo que quería quitarle toda gota de bondad, amor y felicidad que emanaba ella. Por esa razón y para que Anee siguiera con su camino de felicidad; sus padres tuvieron que dejarla ir, dejarla sola en un castillo gigante, donde probablemente, si no sabía por donde pisabas, te perderías.

- ¿Tan grande era?

- Era inmenso, gigante; se dice que tardaban una hora completa, en recorrerlo todo. Anne se sintió odiada por su padres, ella se preguntaba a diario "¿Que hice mal?" "¿Por qué me dejaron sola?" El pueblo, al ver que la joven perdía su encanto, decidieron explicarle el porqué de la huida de sus padres.

- ¿Y que fue, por qué la abandonaron?

-Sus padres fueron a pelear contra la oscuridad, lucharían inclanzablemente para que nunca nadie tocara a su niña, de ese modo, asegurarían una vida llena de felicidad, tanto en el pueblo, como en el corazón de su nena.

- ¿Y ella que hizo?

- Acepto, sabía que el sacrificio que sus padres hacían al separarse de ella, era para su bien, para darle todo lo posible para tener una vida de en sueños.

- ¿Mis padres hacen eso? - preguntó la pequeña Maddy.

- Tus padres se sacrifican para darte la mejor vida que puedan, tú eres esa princesita, llena de amor y felicidad.

- ¿Ellos entonces si me quieren?

- Te aman. - dijo Roberto llegando a la primaria de la niña - Ten un hermoso día, princesita.

- ¡Adios!

////

- No es cierto... - dije abriendo mi puerta para salir.

- Maddy....

- No es cierto. - repetí corriendo al carro blanco.

- Maddy... - continuó acercándose a mi.

- Dios, por Dios. - dije corriendo hacia el y abrazándolo - Te extrañe tanto. -

- Perdóname de verdad, yo debí ir por ti a esa fiesta, nunca debí dejarte ir sola, yo-

- Roberto, esta bien, estoy bien. - dije aún abrazándolo.

- ¿Qu-que pasó, a donde vas? - preguntó

- Tengo que ir con una amiga...

- ¿No estás en peligro, verdad?

- No, no lo estoy. Ya no más.

- Estoy tan feliz de qué volvamos a vernos.

- Yo también estoy muy feliz, nunca creí volver a hacerlo...