XVII

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Me limpio el rostro <piensa si te conviene seguir con vida> por más que intenté que eso no me afectara lo hizo. Subí la velocidad. Max besando a su novia, Bárbara engañando a papá, él muerto en mis brazos. Nada tiene sentido, duele mucho siento que mi corazón está sangrando. Una luz me hace volver a la realidad, un tráiler de aproxima, intento detener el auto no puedo. Lo último que veo son las bombillas cerca de mí...

No me percato del momento en que cierro los ojos, vuelvo abrirlos  al escuchar al chofer insultarme muchas veces —Lo siento —digo en un susurro.

—Yo también lo hubiera sentido si esto pasa a más, pero no por usted sino por mí, porque seguro me habrían apresado por su culpa . Si no puede manejar no lo haga, no comprometa a personas que como yo solo buscamos el alimento para nuestra familia y por muchachitas que creen que están en una pista de carreras podemos ir a parar a la cárcel.

Sin decir más se sube al tráiler, tiene mucha razón. Muchas veces somos tan irresponsables al conducir tanto que podemos condenar a personas inocentes a una vida miserable. Si no hubiéramos frenando tal vez yo estaría muerta y él en la comisaría. Vuelvo al volante, tranquilizo mis  nervios, manejo sin tener consciencia del lugar al que voy. Me detengo frente al parque, veo a los chicos bailar en el centro del kiosko.

Marco el número de Mauricio indico mi dirección y en poco tiempo llega diciendo que estaba cerca.  Hablamos de muchas cosas hasta que dice —Lo siento amiga, no soporto verte así ¿puedo hacer algo por ti? Si quieres podemos impedir mañana la boda —sonrío al escuchar su sugerencia.

—Yo antes había pensado en algo mejor —digo viendo a la nada.

—Haber ¿qué planes tiene esa mente maquiavélica?

—Quieres ir a una despedida de soltero —invito cortésmente. Voy a hacer el intento de hablar con él.

—Si hay chicas le entro —contesta.

—Necesitamos ayuda —digo con la vista en los jóvenes.

—Yo a esa pandillera no vuelvo ni a dirigirle la palabra.

—Lo siento, pero es mi amiga ¿vamos?

—Pues ya que —contesta resignado. Nos abrimos paso dentro de los espectadores. Todas las tardes a esta hora hay una gran cantidad de jóvenes bailando, son dos grupos que hacen apuestas para saber quien es el mejor. La guera es quien baila en ese momento, sus movimientos son bastante buenos, sube y baja es una mezcla entre rudeza y sensualidad —Mau cierra la boca, que no se te caiga la baba.

—Yo no la estaba viendo.

—No podemos negar que es buena —un rap suena en las bocinas. La guera lleva sus dos manos arriba las baja haciendo movimientos de robot, abre las piernas hasta tocar el piso, en un segundo da una vuelta al aire quedando frente a nosotros —Que onda Celeste ¿qué haces por aquí?

—Mi nombre es Azul.

—Joder siempre se me olvida —exclama rascándose la cabeza —Ya que, decime que tranza.

—Necesito que me ayudes.

—¿quieres que te quite a este idiota de encima? —sabía que no perdería tiempo para atacar a Mauricio.

—Podemos hablar en otro lado.

—Chido, termino algo aquí y nos vemos en la primera banqueta —se aleja —¿cómo la soportas? Solo escucha la forma en la que habla.

—Por favor, no quiero problemas —Mauricio se resigna vemos como llega a donde están los otros chicos, hacen un saludo extraño, recoge algunas cosas del piso. Limpia la blusa a cuadros la sujeta a su cintura, acomoda el pañuelo en su cabeza  y camina a donde estamos.

Ella Es Un Tormento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora