XXIII

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Han pasado dos meses desde que enfrentamos a Bárbara, Irving no ha regresado de su viaje cosa que en el fondo agradezco. Es el papá de Max pero no olvido lo que dijo el último día que lo vi, hacia tiempo que no me hablaba de esa manera y eso fue cuando era apenas una niña. Encontré al supuesto amigo de papá engañarlo con su esposa en su propia casa.

Ese día papá invitó a Irving y a su esposa a la casa, habían cerrado un buen negocio mientras papá y la madre de Max conversaban en la sala él y Bárbara estaban en una de las habitaciones de la planta baja. Yo buscaba a Nati porque jugábamos a escondernos, vi una puerta abierta, pensé que ella estaría ahí, empujé la puerta y los encontré. Bárbara estaba sobre la mesa, Irving tenía sus manos en los senos de ella -Mamá -fue lo único que dije.

-¿Azul que haces aquí? -dijo acomodando su ropa -Te he dicho muchas veces que no debes espiarme -sus palabras me dolieron yo nunca quise seguirla.

-Lo siento mamá, yo estaba buscando a Nati. Te juro que no quise hacer nada malo.

-Está bien, vamos fuera de aquí -me di la vuelta para salir, pero alguien me tomó del brazo haciendo que me doliera -Te irás de aquí, solo que antes vas a escucharme. No le digas a tu padre nada de lo que viste porque te juro que no respondo -sentí miedo.

-Yo no voy a decir nada -contesté a punto de llorar por lo fuerte de su agarre.

-Pues más te vale niña.

-Me lástimas, sueltame por favor -supliqué. Miré a Bárbara y dije -Mamá me duele, dile que me deje ir -ella lo observó -Eso te ganas por meterte donde no te importa -me tomó del otro brazo -Deja que se vaya -escuché y salí corriendo.

Olvide lo que hacía antes de eso y me encerré a llorar. Cambié mi vestido por una blusa de mangas largas para que no se notarán los dedos de Irving en mis brazos. Nati llegó y dijo -Niña ¿por qué se quitó el vestido? Se veía tan bien, hubiera esperado al almuerzo.

-Es que sentí frío.

-Yo veo que está sudando, pero eso no importa vamos que almuerzo está servido -llegué al comedor y ellos ya se encontraban sentados.

-Azul te ves muy linda, me encanta tu cabello -la madre de Max no se cansaba de elogiarme.

-Gracias -sonreí.

-Aunque el vestido te quedaba muy bien.

-Tenía frío -dije. Bárbara bajó la mirada. Así empezó una vida bajo amenazas por parte de Irving, pero cuando papá murió eso se acabó porque no volví a tener contacto con ellos, hasta ese día que me habló como antes. Nunca dije nada por miedo.

Me encuentro en la oficina que fue de mi padre haciendo memoria de todo aquello que me lastimó cuando aún era una niña. Sostengo la tasa de café en mis manos escucho a alguien llamar a la puerta -Adelante -digo sin más.

Dirijo mi vista a la puerta y veo un ramo de orquídeas moradas -Sorpresa -dice Max enseñando su perfecta dentadura -Son para ti.

-Gracias, pero no tenías que molestarte.

-Sabes que no es molestia. Te noto muy pensativa ¿sucede algo malo? -me observa y me siento una miserable por no poder contarle lo que viví, pero ¿cómo puedo hacerlo sin lastimarlo? Después de todo es su papá y él lo quiere y piensa que es la mejor persona del mundo.

Ella Es Un Tormento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora