XXXII

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—Papá ¿qué haces aquí? —pregunté al verlo frente a mí,  no se había comunicado conmigo durante ese tiempo. Ya no sabía que pensar, era extraño que apareciera justo ese día.

—Solo hay que ver lo que a echo esa niña malcriada, estas a punto de casarte con ella. Tu padre llega de un viaje largo y solamente sabes preguntar eso ¿qué sucede contigo Max? ¿no me das un abrazo? —me acerqué para darle un abrazo, pero lo que recibí a cambio fue una bofetada.

—¿por qué papá? —pregunté lleno de dolor hacia él.

—Te dije que nunca estaría de acuerdo si deseabas tener una relación con ella. Me decepcionaste ¿qué te hizo para llevarte hasta querer casarte con ella?

—La amo ¿no es suficiente eso para ti?

—El amor es una palabra que ya está como las tarjetas sobre giradas, no sirve para nada ¿qué ganas con  amar? Solo sufrimiento.

—Lo dices porque nunca has amado. Papá se lo que hiciste, fuiste tú. Se supone que Sebastián era tu amigo y lo traicionaste.

—Los amigos no existen, sirven para aprovecharse de ellos. A Sebastián le faltaba maldad, no vivía en la vida real. Nunca tuvo que luchar por nada en la vida, es por eso que iba por el mundo creyendo poder confiar en todos. Ame una vez Max, tanto que el alma se me secó ¿sabes lo que pasó? Fui rechazado por su familia, por ser inferior a ellos, me dieron dinero a cambio de alejarme de ella y me consiguieron una buena candidata. Desde ese día me di cuenta que amar no servía de nada, a nadie le importa ese sentimiento, aprendí a nadar entre mediocres e hipócritas hasta tal punto que me volví uno de ellos. Tu madre era linda, pero no era ella, demasiado cariñosa, sus caricias no eran iguales. Intenté sentir algo por ella lo juro, por más que quise no pude hacerlo. Le seguí la pista a Bárbara descubrí que se había casado con un hombre de su clase, pensé que vivía insatisfecha como yo, pero no, resulta que logró enamorarse.

No se que pensar, pasé tanto tiempo viviendo a su lado y no pude darme cuenta de que no era feliz. No se, si yo estaba ciego o él sabía disfrazar su amargura, es obvio que acumuló odio todo ese tiempo. No le importó saber que nadie era culpable de su situación económica, fue solo solo la vida. Sebastián representaba para él lo que nunca pudo ser, tenía dinero y a la mujer que amaba.

—Se portaba tan cariñosa que sentí envidia de aquel hombre, debía hacer algo, si yo no podía ser feliz tampoco Bárbara podía serlo. Vi salir a Sebastián un día de un lugar de no muy buena reputación, investigue y supe que allí vivía una mujer que estaba embarazada 《su amante》 pensé. No lo era. Logré enterarme de toda la historia, yo lo hice, pero ella no lo sabía, tomé fotografías de los dos en diferentes lugares, envíe la dirección y todo salió bien. Los vio ese día y se dirigió a un bar, llegué como si todo fuera una simple casualidad de la vida, estaba tan borracha que no podía hacer nada conmigo, se pasó llamando a su esposo todo el tiempo. Mientras yo besaba su cuerpo ella pensaba que estaba con él, se entregó a mí con la idea de estar haciendo el amor con Sebastián, llegó al clímax diciendo su nombre.
Al siguiente día se fue y no volví a saber de ella hasta que Azul nació, me buscó y empezamos una relación, luego decidió terminar 《que idiota, como si fuera cosa fácil》

—Tu madre aceptó asociarnos a esa inmobiliaria, fue donde volví a aparecer para hacerle la vida imposible a Bárbara. Mi amor se había extinguido, pero no podía dejarla, su cuerpo seguía enloqueciendome. La obligue a ser mi amante y debía ser donde yo quisiera o Sebastián se iba a enterar de todo.

Papá parecía fuera de si, sumido en sus recuerdos se sentó en el sillón de la sala. Sus ojos parecían pérdidos. De aquel hombre a quien admiraba, no quedaba nada ¿cuándo fue que cambio tanto? ¿o es que siempre fue así? Sentía que no conocía al hombre frente a mi —Papá no tenías derecho.

Ella Es Un Tormento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora